28/2/08

La moral y la espiritualidad de la política

“P.-…defiende usted una espiritualidad laica. ¿En qué consiste?

R.- En la defensa de los grandes principios que la historia ha seleccionado como valores de progreso, desde el “no matarás” del cristianismo hasta los valores de igualdad y libertad de la Ilustración. No se trata de inventar una nueva moral, sino de transmitir la moral que hemos recibido y que se ha ido elaborando a lo largo de milenios. Han sido milenios de historia acumulada en los que cada generación ha transmitido a sus hijos lo que en su opinión era lo mejor de aquello que habían recibido, y esto ha terminado por conformar una civilización.

P.- En una de sus conferencias hizo un símil que me gustó especialmente: “La moral es a la civilización lo que los genes a la biología”.

R.- Así es. Yo cuando leo los evangelios, estoy de acuerdo en lo esencial con sus postulados morales, igual que cuando leo a Platón, Aristóteles, Epicuro o a los estoicos. Lo que sería una pena es que, por el hecho de no creer en Dios, como es mi caso, prescindamos de esa herencia, porque eso conduce al nihilismo y echa leña al fuego de los fanáticos, que dirán que la única manera de escapar del nihilismo es la religión. No es necesario creer en Dios para estar ligados a unos valores morales.” (André Compte-Sponville: “La economía de mercado no es suficiente para crear una civilización”. El País, ed. Galicia, El País Semanal, 24-02-08, p. 41)

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