P. ¿A qué se refiere?
R. Si nos fijamos, lo que la sociedad considera normal está muy lejos de ser natural. Basta con entrar en un supermercado para comprobarlo. Nuestra comida no procede del huerto, sino del laboratorio. Y aunque nos cueste reconocerlo, no somos hijos de la tecnología, sino de la naturaleza. Así, desarrollar nuestra inteligencia ecológica no es más que tomar decisiones que nos permitan recuperar el contacto con lo que verdaderamente somos, lo que mejora nuestra salud física y emocional.
P. ¿Se refiere al consumo consciente?
R. Exacto. Donde ponemos nuestro dinero, ponemos nuestra energía. Y con ésta se crea el mundo. Si nadie compra un determinado producto o servicio, desaparece del mercado. El consumo consciente parte de la responsabilidad personal (compro lo que necesito y no lo que la publicidad me hace desear) y de la consciencia ecológica (me informo de si lo que compro se fabrica respetando el medio ambiente). (...)
P. También dice que por el camino va a surgir la "transparencia radical".
R. Es el puente que nos permitirá evolucionar hacia el consumo consciente. Cuando la sociedad sepa qué impacto ecológico tiene cada producto que consume, empezará a poder consumir por valores, dejando de hacerlo por impulsos. Así, la transparencia radical nos permitirá advertir las consecuencias de las cosas que fabricamos, vendemos, compramos y descartamos, un conocimiento que va mucho más allá de la zona de comodidad habitual en la que está apalancada la inmensa mayoría de empresas.
P. Así que el futuro pinta verde...
R. ¡Sin duda! La revelación ecológica nos abre un horizonte económico hasta ahora inédito que consiste en implantar una regulación que aporte transparencia al mercado y nos permita conocer el impacto oculto de nuestras compras. De ese modo, los consumidores tendremos una detallada información sobre el impacto de nuestras decisiones, muy parecida a la que emplean los analistas de mercado para ponderar los beneficios y las pérdidas de las empresas. En un máximo de 20 años, las empresas que apuesten por la sostenibilidad se verán recompensadas, mientras que las que se resistan al cambio tenderán a desaparecer. " (DANIEL GOLEMAN: "La revolución está en manos del consumidor". El País, Negocios, 31/05/2009, p. 32)
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