29/1/10

La discriminación positiva de las mujeres... no es positiva

"Mi editora alemana tiene en su equipo sólo a mujeres, como pude constatar durante mi última visita a la editorial con sede en Viena. Sólo hay un hombre: el señor de los recados, que también hace de manitas. Martina, la directora de esa prestigiosa editorial que nada tiene que ver con publicaciones feministas, me contó que, puesto que en el mundo editorial las mujeres son una aplastante mayoría, ella trabaja sólo con ellas. Entre mujeres solas, dice, reina un ambiente amistoso y relajado, sin rivalidades ni luchas de poder.

"En vez de implantar un horario fijo, el equipo editorial trabaja en horarios flexibles y se centra en cumplir los objetivos establecidos. Las prisas y los nervios son relativos", me contó, y personalmente sólo encontré concentración, calma y armonía. Aquel día, Martina sacó de la nevera una botella de Veuve Cliquot que compartió con varias redactoras de la casa, además de su autora. (...)

En Estados Unidos las mujeres, en estos momentos, representan la mitad de los trabajadores (un 51%), y dirigen algunas de las mayores empresas mundiales, como PepsiCo. En Occidente, gran parte del crecimiento económico de las últimas tres décadas se debe a la incorporación de la mujer al mercado laboral.

Según la tendencia actual, en el futuro trabajará cada vez un mayor número de mujeres. En el mundo occidental, las mujeres obtienen un 60% de los títulos universitarios. (...)

¿Qué ha causado esa revolución pacífica de la mujer en esas últimas décadas? Las mujeres con carreras universitarias han querido poner sus conocimientos en práctica y se han convertido en profesionales con talento. (...)

¿Y cómo reaccionan los hombres ante tanto cambio? Ellos han recibido esa revolución de las mujeres de modo sorprendentemente amistoso. Y no sólo eso: según ha demostrado una reciente encuesta en Estados Unidos, tres cuartas partes de los hombres consideran el cambio como positivo, y nueve de cada diez hombres americanos contestaron que no les causaba ningún problema que la mujer cobre un sueldo más elevado que ellos. Ahora urge que la mujer que es también madre gane el mismo sueldo que el hombre y que se le facilite la compaginación de la profesión y la maternidad. (...)

Tras todo lo dicho queda claro que la mujer ya no necesita muletas. El paternalismo masculino, que se oculta detrás de programas progresistas orientados de cara al escaparate, como "el cupo" de Rodríguez Zapatero, es contraproducente porque provoca resentimiento en la sociedad, y a la imagen de la mujer profesional le hace más daño que bien. La mujer camina sola, llega lejos y sabe sacar adelante grandes negocios, además de disfrutarlos, como Martina y su equipo editorial vienés." (MONIKA ZGUSTOVA :Un mundo de mujeres. El País, ed. Galicia, opinión, 24/01/2010, p. 31)

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