18/3/11

Para Ingmar Bergman se plantean antes de la película tres preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Quién soy yo? ¿Por qué soy como soy? “

"Ingmar Bergman fue lo suficientemente modesto sobre sus neurosis como para hacer transparente su relación con el arte: “cuando alguien escriba mi vida, entonces, quizás, se vea que de hecho toda mi creatividad no es más que decididamente pueril.

Basada en mi infancia”, dijo Bergman en su última, larga entrevista con Jörn Donner con una remarcable modestia, que muestra a un pensador preciso y profundo que se apoya en la reflexión de sí: “En menos de un segundo puedo viajar a mi infancia, a los lugares mágicos, tal y como los he utilizado en Fanny y Alexander.

Creo que todo lo que he hecho y que tiene un cierto valor tiene sus raíces en mi infancia. O en la dialéctica, en un diálogo con mi infancia. Nunca he tomado distancia de mi infancia, sino que he llevado a cabo un diálogo con mi infancia.”(...)

Para que este diálogo pudiese tener lugar las películas necesitaban claramente un lugar especial. Un lugar cerrado, del que sea más fácil entrar que salir.

Un lugar existencialista, aquel infierno que según Sartre eran los otros, un lugar simbólico, el lugar de una fusión, el lugar en el cual se consiga el resultado psicoanalítico de la “transferencia”, pero también un lugar histórico, el lugar en el que se encuentran los vagabundos, quienes, como el propio Ingmar Bergman, no han logrado fundar un “hogar” burgués, una familia burguesa, pero también para quienes están en la escapada.

Este lugar es un hotel, una casa con hombres muertos, más tarde una isla con un faro. En este espacio del recuerdo y de los sueños se encuentran los fragmentos de personas, máscaras, que se buscan como espejo. Las personas se dividen, se funden entre ellas, intercambian roles. Al final, casi siempre una de las personas departe. Esto puede verse como un Happy End. De hecho, son las propias películas de Ingmar Bergman las que en verdad nos interrogan, a través de un final así.

Para Ingmar Bergman se plantean antes de la película tres preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Quién soy yo? ¿Por qué soy como soy? “¿Podría usted responder a estas preguntas?”, inquirió Donner,

Y Bergman suspiró, se quitó las gafas, dudó por un momento y respondió: “No. Hoy tengo respuestas aún peores respuestas a mis preguntas o, mejor dicho, sé menos, sé ahora menos sobre mí mismo que hace diez años, que antes.”

Al final de su vida cinematográfica dijo esto con la mayor serenidad. Porque, como ocurre con el psicoanálisis y en el arte, la palabra “fin” sólo puede entenderse provisionalmente.

La búsqueda del niño de los padres siempre tiene su reverso, infierno y paraíso." (Sin Permiso, 13*/03/2011, citando a ' El anti-Fellini', de Georg Seeßlen · Markus Metz)

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