"Razones por las que nos gusta tanto hacer el amor.
Buss y Meston preguntaron en 2007 a 404 estudiantes texanos y
encontraron 237 razones diferentes para practicar sexo, es decir, casi
una diferente por cada pareja.
De servir como solución al aburrimiento a
aliviar un dolor de cabeza, entre los más de dos centenares de
respuestas había razones para todos los gustos: “estaba cansado de ser
virgen”, “mis hormonas estaban fuera de control”, es considerado tabú
por la sociedad”, “quería celebrar algo especial”, “estaba borracho”,
“fue el resultado de una apuesta”, “quería alardear delante de mis
amigos por mi conquista”, “era una forma de cambiar de tema en la
conversación”, “era consciente de que no iba a tener una oportunidad
semejante” o “quería dar la bienvenida a alguien que volvía a casa”.
Incluso hubo quien llegó a manifestar que una de las razones por las que
practicaría sexo sería para transmitirle una enfermedad a una persona
que le cayese mal.
La diferencia, hay que recordar, es que la mayor parte de los
encuestados eran jóvenes universitarios que, por lo tanto, obedecen a
motivaciones distintas que los adultos en sus encuentros sexuales. Como
recuerdan los investigadores, según una persona se hace mayor, se
muestra más inclinada a dar más importancia a lo afectivo que a lo
meramente físico.
Pero, en general, ¿qué nos conduce a practicar el acto sexual, y por qué deberíamos hacerlo?
–Placer. Quién lo diría, ¿verdad? El orgasmo con el
que concluye (en teoría) toda relación sexual alivia la tensión
acumulada durante las llamadas fases de excitación y de meseta, y libera
endorfinas que nos hacen sentir un bienestar instantáneo. (...)
–Reproducción. Hasta que seamos capaces de
reproducirnos por esporas o por escisión, algo que no parece plausible
en el corto plazo, seguiremos necesitando en la mayor parte de casos
practicar sexo para tener descendencia. Salvo, claro, en los casos de
inseminación artificial y reproducción asistida.
–La satisfacción del trabajo bien hecho. ¿Tienes
baja la autoestima? ¿Sientes que has fracasado en todos los aspectos?
Has feliz a tu pareja (en la cama) y todo irá automáticamente mucho
mejor.
En lo que se refiere al refuerzo de la confianza en uno mismo,
nada mejor que un encuentro sexual satisfactorio, especialmente si viene
acompañado por una retroalimentación positiva de nuestra pareja. De vez
en cuando, hemos de recordarnos que somos bueno en algo.
–Para aprender. Una de las motivaciones más comunes
entre los adolescentes, que durante los años de su juventud exploran el
mundo a través de experiencias de diferente pelaje, entre las que se
cuentan, como no podía ser de otra forma, las sexuales.
En ese sentido,
el sexo jugaría un importante papel socializador y de puesta en práctica
de los conocimientos adquiridos, ya que pone a prueba la entrada del
joven en el mundo adulto. Con el paso de los años, este carácter
exploratorio de la sexualidad comienza a desaparecer a favor de otro
tipo de razones más íntimas (comprensión, confianza, seguridad), aunque
nunca es tarde para aprender cosas nuevas.
–Necesidad de afecto. El sexo es una de las
actividades más íntimas de la vida de cualquier persona, en cuanto que
del repertorio de relaciones físicas que podemos mantener con las
personas de nuestro entorno, no hay otra que la supere.
Por ello mismo,
como señaló B.C. Leigh en 1989, se trata de la mejor manera de expresar
(y por lo tanto, sentir) el amor por nuestra pareja. Además, el orgasmo
compartido alivia la sensación de soledad y desamparo consustancial a
todo ser humano.
-Eyacular con frecuencia previene el cáncer de próstata
–Para
sentirse cerca de Dios. Así lo aseguraban algunos de los consultados en
el estudio. Quizá pueda parecer paradójico desde el punto de vista de
la cultura occidental, pero en muchas tradiciones, el orgasmo (o la
“petite morte”, como se denomina en francés), es uno de los pocos
momentos en los que el pensamiento se libera por completo de contenido
–junto, quizá, en la final del Mundial–, por lo que ha sido considerado
como uno de los actos que más nos acercan a lo trascendente.
No hace
falta irse demasiado lejos para establecer dicha relación: las visiones
extáticas de Santa Teresa de Jesús han sido interpretadas, en varias
ocasiones (como ocurría en la polémica película de Ray Loriga Teresa: el
cuerpo de Cristo), como una experiencia tan religiosa como sexual.
El sexo también tiene sus beneficios físicos, que se encuentran más allá de las motivaciones que personalmente podamos tener en practicarlo:
–Para relajarse y dormir mejor. Las hormonas
liberadas durante el orgasmo son relajantes, como es el caso de la
oxitocina y el DHEA, por lo que facilitan el descanso, especialmente si
el encuentro sexual se lleva a cabo durante la noche.
Además, el
esfuerzo físico realizado durante el coito y la tensión muscular que
este requiere provocan que nos encontremos fatigados después de terminar
la faena, lo que unido a la liberación de dichas hormonas, hará que
caigamos con mayor facilidad en los brazos del sueño.
–Para vivir más. Las hormonas liberadas durante el
orgasmo favorecen la aparición de determinados anticuerpos que protegen
al organismo de enfermedades, como señaló un estudio realizado por
científicos de la Universidad de Pennsylvania. Las personas que
practicaban sexo una o dos veces por semana gozaban de un nivel mayor de
inmunoglobulina A (IgA), vital para protegerse de la gripe o los
resfriados.
Además, otro estudio británico señaló que la frecuencia de
los orgasmos estaba relacionada con la esperanza de vida, al menos en
los varones: según el estudio publicado en el British Medical Journal,
aquellas personas que tenían más de un orgasmo al mes gozaban de un
riesgo de mortalidad inferior al 50% que aquellos que no alcanzaban esa
frecuencia. Eyacular con regularidad también previene el cáncer de
próstata.
–Para adelgazar. Que el ejercicio es necesario para
perder peso, es ampliamente conocido, pero se trata de una actividad en
muchos casos tediosa y que apenas ofrece recompensas en el corto plazo.
Así pues, ¿por qué no ligar nuestra actividad física a lo sexual?
Según
se ha estudiado, la postura del misionero lleva a consumir unas 200
calorías durante cada coito (aunque esta cifra se encuentra en función
del tiempo que se tarde, claro está), mientras que otras más complejas
pueden hacer aumentar tal cifra hasta las 600 (algo que también ocurre
si se realiza en el agua), el equivalente a una media hora en la cinta
automática.
–Por obligación. Entre las razones aducidas por los
estudiantes investigados, una de las más frecuentes era la presión
ejercida por sus parejas, una práctica que, señalan los psicólogos, se
trata de una de las más dañinas en lo referente al bienestar personal.
La principal razón es que de esa manera se llega a entender el sexo como
algo negativo, una obligación entroncada con otras actividades
vinculadas con la autoridad (el trabajo, el cuidado del hogar, los
compromisos sociales) y desligada del carácter ocioso que debería tener
una vida sexual sana. Quizá para este tipo de situaciones se inventaron
los dolores de cabeza.
–Para dar celos a otra persona. El sexo como
herramienta de control social, no de realización (ni gusto personal),
que se constituye como un arma frente a los demás. Muchos de los
investigados, especialmente las mujeres, señalaban que el sexo les
permitía controlar a sus respectivas parejas (negándolo u otorgándolo) o
poner a prueba su amor (siéndoles infieles).
En una línea semejante se
encuentran con otras actitudes –acostarse con alguien para conseguir que
le haga más caso, obtener algún beneficio externo como un aumento
salarial– que derivan en la utilización del sexo como un medio y no como
un fin, de manera que nos vendemos (físicamente) a nosotros mismos." (En Positivo, Héctor G. Barnés, Fuente: El Confidencial)
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