"Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática, fundada, desde el
origen, en una formidable abstracción: aquella que, en nombre de una
concepción tanto estrecha como estricta de la racionalidad identificada a
la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las
condiciones económicas y sociales de las disposiciones racionales y de
las estructuras económicas y sociales que son la condición de su
ejercicio. (...)
En efecto, el discurso neoliberal no es un discurso como los otros. A la
manera del discurso psiquiátrico en el asilo, según Erving Goffman, es
un discurso duro, que no es tan duro ni tan difícil de combatir sino
porque tiene para sí todas las fuerzas de un mundo de relaciones de
fuerza que contribuye a hacerlo como es, sobre todo orientando las
elecciones económicas de quienes dominan las relaciones económicas y
agregando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones
de fuerzas.
En nombre de este programa científico de conocimiento,
convertido en programa político de acción, se cumple un inmenso trabajo
político (negado porque es, en apariencia, puramente negativo) que busca
crear las condiciones de realización y de funcionamiento de la
"teoría"; un programa de destrucción metódica de los colectivos.
El
movimiento, hecho posible por la política de desreglamentación
financiera, hacia la utopía neoliberal de un mercado puro y perfecto, se
cumple a través de la acción transformadora y, es necesario decirlo,
destructora de todas las medidas políticas (de las cuales la más
reciente es el AMI, Acuerdo Multilateral sobre la Inversión, destinado a
proteger, contra los estados nacionales, las empresas extranjeras y sus
inversiones), tendente a poner en cuestión todas las estructuras
colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado puro: nación,
cuyo margen de maniobra no deja de decrecer; grupos de trabajo, con, por
ejemplo, la individualización de los salarios y de las carreras, en
función de las competencias individuales y la atomización de los
trabajadores que resulta de ello; colectivos de defensa de los derechos
de los trabajadores, sindicatos, asociaciones, cooperativas; familia
misma que, a través de la constitución de mercados por clases de edad,
pierde una parte de su control sobre el consumo.
El programa neoliberal,
que saca su fuerza social de la fuerza político- económica de aquellos
cuyos intereses expresa (accionistas, operadores financieros,
industriales, hombres políticos conservadores o social-demócratas
convertidos en dimisiones tranquilizantes del dejar hacer, altos
funcionarios de las finanzas, tanto más encarnizados en imponer una
política preconizando su propio debilitamiento que, a diferencia de los
cuadros de las empresas, no corren riesgo alguno de pagar eventualmente
las consecuencias), tiende globalmente a favorecer el corte entre la
economía y las realidades sociales, y a construir así, en la realidad,
un sistema económico conforme a la descripción teórica, es decir, una
suerte de máquina lógica que se presenta como una cadena de presiones
que animan a los agentes económicos. (...)
La mundialización de los mercados financieros, unida al progreso de las
técnicas de información asegura una movilidad sin precedentes del
capital y da a los inversionistas, preocupados de la rentabilidad a
corto plazo de sus inversiones, la posibilidad de comparar de manera
permanente la rentabilidad de las más grandes empresas y de sancionar en
consecuencia los fracasos relativos.
Las empresas mismas, colocadas
bajo dicha amenaza permanente, deben ajustarse de manera cada vez más
rápida a las exigencias de los mercados; eso bajo pena, como se dice, de
"perder la confianza de los mercados" y, a la vez, el sostén de los
accionistas que, preocupados de obtener una rentabilidad a corto plazo,
son cada vez más capaces de imponer su voluntad a los managers, de
fijarles normas, a través de las direcciones financieras, y de orientar
sus políticas en materia de contrataciones, de empleo y de salario. (...)
La institución práctica de un mundo darwiniano de la lucha de todos
contra todos, en todos los niveles de la jerarquía, que encuentra los
recursos de la adhesión a la tarea y a la empresa en la inseguridad, el
sufrimiento y el stress, sin duda no podría tener un éxito tan completo
si no encontrara la complicidad de las disposiciones precarizadas que
produce la inseguridad y la existencia, a todos los niveles de la
jerarquía, e incluso a los niveles más elevados, sobre todo entre los
cuadros, de un ejército de reserva de mano de obra docilizada por la
precarización y por la amenaza permanente del desempleo.
El fundamento
último de todo este orden económico colocado bajo el signo de la
libertad es, en efecto, la violencia estructural del desempleo, de la
precariedad y de la amenaza de despido que implica: la condición del
funcionamiento "armonioso" del modelo microeconómico individualista es
un fenómeno de masa, la existencia del ejército de reserva de los
desempleados. (...)
Sin compartir necesariamente los intereses económicos y sociales de los
verdaderos creyentes, los economistas tienen suficientes intereses
específicos en el campo de la ciencia económica para aportar una
contribución decisiva, cualesquiera que sean sus opiniones a propósito
de los efectos económicos y sociales de la utopía que ellos visten de
razón matemática, a la producción y a la reproducción de la creencia en
la utopía neoliberal.
Separados por toda su existencia y, sobre todo,
por toda su formación intelectual, con más frecuencia puramente
abstracta, libresca y teoricista, del mundo económico y social tal como
es, son particularmente proclives a confundir las cosas de la lógica con
la lógica de las cosas. (...)
¿Se puede esperar que la masa extraordinaria de sufrimiento que produce
dicho régimen político-económico esté algún día en el origen de un
movimiento capaz de detener el curso al abismo?" (Pierre Bourdieu: La esencia del neoliberalismo. Jaque al neoliberalismo, 16/11/2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario