"(...) Ruggeri es antropólogo, y desde marzo del 2002 dirige el Programa
Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además,
coordina el Centro de Documentación de Empresas Recuperadas, que tiene su sede en la imprenta Chilavert, una más de las empresas argentinas gestionada por sus trabajadores.
Aprovechamos la gira europea de Andrés Ruggeri para preguntarle el
cómo y el porqué los trabajadores tomaron la dirección de las empresas
cerradas por la crisis que vivió este país sudamericano.
¿Cómo comienza todo el proceso con el que despega el Programa?
Primero comenzamos a apoyar a IMPA, la que encabezaba las primeras
empresas recuperadas en ese momento, y luego, empezamos a trabajar con
muchas otras. Acompañábamos en las ocupaciones y después hicimos alguna
investigación que derivó en un censo o, como llamamos aquí,
relevamiento.
Aunque casi todo el trabajo fue voluntario y tuvimos
dificultades para encontrarlas, en el primer relevamiento del 2002
contabilizamos 60 empresas recuperadas y, entre ellas, realizamos una
encuesta de treinta y cinco preguntas. Más tarde celebramos unas
jornadas en donde asistieron más de treinta empresas y a partir de ahí,
surgieron diferentes comisiones de trabajo.
Gracias a esta tarea,
conocimos mejor el movimiento y, al mismo tiempo, ayudamos a que el
movimiento tuviese mayor conocimiento de sí mismo. A partir de ese
momento, comenzó a funcionar el Programa Facultad Abierta.
¿Cuántos relevamientos o censos se han realizado desde el 2002?
Hicimos cuatro. El primero fue en el 2002. Le sigue el del 2004, en
el que encontramos 160 empresas. En el del 2009-2010 registramos más de
200 y en el último que acabamos de terminar el pasado noviembre del 2013
se han contabilizado 70 más. Con lo cual, hemos registrado 310 empresas
en funcionamiento.
¿Cómo se produce el proceso de autogestión de las empresas?
En principio, estas empresas recuperadas son la minoría de las que
cierran, y en general, no se unen inicialmente a la autogestión. Ninguna
empresa recuperada ha iniciado un emprendimiento de autogestión
voluntaria, por iniciativa propia: todas son por obligación, por
necesidad.
Los obreros de las fábricas recuperadas se encontraron con
esa situación, el que la buscó fue el patrón que provocó el cierre de la
fábrica. Las que no se ocuparon no fue por nada en concreto,
simplemente, no se les ocurrió. En primer lugar, estas empresas no son
la mayoría de las que cierran, son la minoría. Creo que las que no se
ocuparon no fue por nada en concreto, simplemente porque no se les
ocurrió. No es un movimiento que surge en torno a alguien, surge
espontáneamente.
El nivel de desesperación es muy alto, se quedaron sin
empleo sabiendo que no van a conseguir otro, y que ni siquiera van a
cobrar subsidio de desempleo porque en Argentina esta prestación es muy
baja y no corresponde en casos como éste en que la empresa cierra sin
siquiera despedir a sus empleados, y saben que no van a conseguir más
empleo.
¿Qué inconvenientes o qué dudas van surgiendo desde que empezó el proceso?
Los comienzos son muy duros, porque el proceso de ocupación puede
durar meses y durante ese tiempo no hay ningún salario que cobrar. Lo
primero de todo era cómo hacer para que no los echaran de la fábrica. En
el 2010, cómo sobrevivir, e inclusive, cómo se jubilan los
trabajadores, cómo consiguen algún tipo de seguro de salud, porque al
perder el empleo, pierden todo tipo de seguridad social. La ley de
cooperativas no da esa cobertura.
El trabajo del Programa ¿cómo se demuestra en el día a día de las empresas?
Antes de todo, hay que tener en cuenta que las personas que se quedan
recuperando la empresa son el personal menos cualificado. Los
administrativos y los burócratas no se quedan porque tienen más
posibilidades de encontrar otro empleo.
Ante esto, desde el Programa les
brindamos asesoramiento técnico en algunas cosas: desde ayudarles a
gestionar los pedidos de subsidios, realizar informes que apoyan los
pedidos de leyes de expropiación, o yendo al juzgado para pedir la
tenencia de la empresas a los trabajadores. En este último caso, se va
con el aval de la Universidad y es más difícil que puedan argumentar
contra ellos muchas cosas.
El apoyo popular que han recibido las empresas recuperadas en todo este proceso también ha sido determinante…
Efectivamente, de hecho, hay una anécdota muy representativa. En la
empresa Chilavert, que es una imprenta recuperada, en una de la veces
que fue la policía a intentar desalojarles, los trabajadores tenían que
entregar un pedido de libros. El cliente se presentó en aquel momento y
los libros se trasladaron a través de una ventana de un vecino y éste
los metió en el vehículo del que venía a recogerlos.
Como éstas hay
muchas, de hecho, la Chilavert, como agradecimiento al barrio, abre sus
puertas por la tarde, para que la gente de allí pueda hacer actividades
como dar clases de bachillerato popular para jóvenes y adultos.
Hablamos todo el tiempo de hombres trabajadores, pero hay muchas mujeres trabajadoras en estas empresas recuperadas ¿verdad?
Sí, efectivamente. Hay pocas empresas con mayoría de mujeres, excepto
en las textiles. Por ejemplo, la conocida Brukman, siguiendo por Ceres o
La nueva esperanza. En donde también hay mayoría de mujeres es en las
clínicas y en las escuelas. En otras las lideran, como en el Hotel Bauen
o en La Cabaña.
Pero también hay casos de empresas con un número muy bajo de trabajadores cuando se produce el cierre, ¿verdad?
Sí, uno de ellos es el caso del hotel Bauen. En esta empresa, algunos
de los trabajadores comenzaron a buscar a sus excompañeros. En otras
empresas que no logran que los antiguos compañeros se unan, pues son
familiares o amigos que se encuentran desempleados.
Una cooperativa de
trabajadores absorbe a todo el mundo porque no está en su naturaleza no
asegurar el empleo entre sus socios. Eso sí, hay una parte algo
complicada porque se espera que la lucha por mantener los puestos sea el
objetivo de los nuevos integrantes, abrazando la autogestión.
Y en plena crisis ¿ qué productos podían vender?
Los productos de primera necesidad siempre van a ser comprados. Lo
que ocurrió es que en el 2001, Argentina tocó fondo, y a partir de ahí,
por efecto rebote, fue hacia arriba. Esa recuperación estuvo basada en
una devaluación del peso frente de la divisa y eso hizo más rentable la
producción nacional que de la importación de productos. La economía
comenzó a recuperarse y la industria comenzó a ir al alza, las empresas
salieron favorecidas y creció el consumo.
¿Han sido complicadas las exportaciones? Por ejemplo, nos acordamos de Zanon.
El caso de Zanon fue casi excepcional cuando hablamos de
exportaciones, además, gozaban de tecnología punta en su maquinaria.
Pero el proyecto argentino de aquel momento era que cerraran las
fábricas, que no se proodujera nada en Argentina, excepto carne, trigo
y, ahora soja y algún producto industrializado. Hay pocas posiblidades
para exportar.
Se hace evidente que el objetivo era la quiebra por parte de muchos empresarios…
Para muchos empresarios era más conveniente el negocio de la quiebra
que seguir produciendo. La mayoría de las empresas recuperadas en
Argentina, igual que en Brasil o en Uruguay, son quiebras fraudulentas.
El empresario quiere ganar siempre, entonces lo más fácil, es quebrarla.
Lo más fácil es generar la deuda. Es decir, no pagar impuestos, ni
pagan a los proveedores, ni los salarios, consiguiendo así que los
empleados se vayan.
Si eso se produjo sería porque la legislación era muy permisiva.
Efectivamente. En el año 1995, durante el gobierno de Menem, se
reformó la Ley de Quiebras y fue muy fácil cerrar una empresa. Con esa
nueva ley, el delito de fraude ya no era un delito penal. Fue hecha con
ese fin, el objetivo era la quiebra de empresas.
Y cómo les ha ido a las empresas recuperadas con los gobiernos de los Kirchner?
Los gobiernos kirchneristas anularon la Ley de Quiebras en el 95 y
añadieron una claúsula que permite que los trabajadores puedan quedarse
con la fábrica en canje de las deudas que la empresa tiene con ellos y
constituirse como cooperativa. Pero el kirchnerismo las han apoyado de
una forma ambigua.
No reprimen, no son hostiles, no las quieren echar,
pero tampoco están tan a favor: no han elaborado una política que las
sostenga mucho más con proyección. La idea de los Kirchner está basada
en el pleno empleo a través de las empresas o del gobierno. Ellos no ven
el modelo de autogestión sostenible.
Pero ¿en qué se palpa el déficit legislativo?
Ese gran déficit de legislación significa, por ejemplo, que, aunque
cada una de las cooperativas tienen su propia dinámica, todas tienen un
mismo conflicto: el de la propiedad, y que, aunque hay una ley de
expropiación que las protege, es de manera temporal. No se terminan de
ejecutar las leyes, siguen en precariedad legal, la propiedad sigue en
litigio.
De hecho, la Corte Suprema de la Nación falló en dos casos en
contra, pero a ver quién viene a echar a los trabajadores. Nadie toma la
decisión de ejecutar esos fallos. El gobierno no dice nada: ni
desobedece las sentencias judiciales, ni firman las órdenes de desalojo.
Los trabajadores que recuperan la empresas prefieren ocuparlas, y a
partir de una posición de fuerza, negociar la continuidad, es el camino
más seguro.
Cristina Fernández de Kirchner, la actual presidenta de
Argentina, no se vuelve a presentar al cargo en las próximas elecciones.
¿Qué puede pasar con las empresas recuperadas si gana la derecha?
Es difícil saber lo que va a pasar, pero no va a ser fácil que
repriman a las que ya están. No va a ser tan fácil desalojarlas porque
ocasionaría mucho conflicto y al gobierno de turno se le volvería en
contra.
La sociedad argentina no es que sea muy de izquierdas, pero ante
la represión y a todas esas políticas que fueron comunes, reacciona. En
Argentina hay muchos prejuicios ante los desempleados, entonces, la
gente que está trabajando y que quiere seguir haciéndolo es muy bien
valorada.
¿Cree que la idea de la autogestión se materializa cuando hay un cambio en la mentalidad individual y/o colectiva?
No sé si es siempre posible, pero esa fue la experiencia nuestra. Lo
que sí que creo es que la autogestión tiene que producirse desde la
gente común, con trabajadores comunes. Cuando apareció el movimiento en
el 2002 se unieron militantes, intelectuales, etc. para apoyar el
proceso, pero, se evidenció, al final, que son los propios trabajadores
los que tienen que hacerlo.
Pero, además, si no es así, ¿Quién hace la
autogestión? ¿Qué sociedad queremos construir si no son los trabajadores
quiénes hacen la autogestión? ¿Va a ser una casta de privilegiados?
¿Qué sentido tendría? ¿Para qué serviría?
A veces, hay discusiones en
las que se comenta que las empresas recuperadas son modelos de
autogestión con trabajadores que no tienen conciencia, justamente, lo
más valioso es que son gente que no se le había pasado la idea de la
autogestión y que lo hizo, con muchos problemas, pero lo hizo. Esta
experiencia demuestra que cualquiera puede hacer autogestión.
¿Se pueden autogestionar las empresas de salud y de educación?
Creo que el foco tiene que estar no en la empresa, sino en el
trabajo. Se recupera la empresa, pero lo primero es recuperar el empleo,
si esa empresa no puede dar trabajo, no hay nada que recuperar.
Por ahí
pasa la cuestión: no hay que forzar la realidad, tiene que ver con la
dinámica económica y no se puede poner una empresa de diligencias y de
carretas en el siglo XXI, es una estupidez total.
Hay algunas áreas de
la economía que son difíciles de recuperar. Eso sí, al no haber una
autogestión generalizada, hay algunos sectores que se autogestionan y
que a la vez son rentables para poder dar empleo a la gente que vive del
trabajo. Y todos, menos los capitalistas, todos vivimos del trabajo.
¿Cómo valora todo el proceso de las empresas recuperadas?
En primer lugar hay que destacar que en los últimos diez años hay
muchas menos quiebras y cierres, para mí es positiva porque han
demostrado eficiencia para dar trabajo. Los trabajadores ya tienen la
idea incorporada en la cabeza y comprueban que funciona. Se plantean la
autogestión como algo válido.
Antes ni se lo plateaban por cómo era el
modelo, y si lo hacían siempre pensaban que tendría que producirse una
revolución radical. Aquí, no hizo falta una revolución, los capitalistas
se fueron. Lo que sí se ha aprendido es que el verdadero ideológo de
las empresas recuperadas es el neoliberalismo, no deja ninguna vía de
escape.
Si hay necesidades, y no hay cómo satisfacerlas, ¿cuánto tiempo
se puede aguantar? Aparecieron los piqueteros, los clubes de trueque, es
la imaginación del pueblo que se pone en marcha…
Y el Estado Español también tiene que sufrir una revolución radical?
Por un lado, hay empresas recuperadas que no las conoce nadie, pero
existen (risas). Las hay simplemente porque es un proceso en el que una
empresa capitalista pasa a ser gestionada por los trabajadores, puede
ser una cooperativa. El nombre de empresa recuperada se inventa en la
crisis argentina, antes nadie lo llamaba así, y nadie lo identificaba
como una particularidad del proceso.
A partir de ahí, empiezas a poner
la lupa y te das cuenta que el capitalismo la produce todo el tiempo.
Existen más de lo que se piensa. En Argentina encontramos cerca de 33
empresas recuperadas desde hace cincuenta o sesenta años.
Lo que ocurre en el Estado Español es que la crisis no ha llegado al
peor punto todavía, siempre hay algo peor. Pero hay algo que lo
diferencia de Argentina: que forma parte de la Unión Europea, y ahí está
el problema. Nosotros, los argentinos, podemos devaluar la moneda,
manejar el tipo de cambio o echar al FMI.
Esas son cosas que hizo el
gobierno de Kirschner y evitó que el pais volviera a explotar. El mismo
capitalismo tiene que reconstruirse a sí mismo. El problema de la UE es
que es el centro del capitalismo, y además, hace décadas que llevan construyendo esta unión de capitales, de estados europeos. Habría que salir del euro, pero ¿quién quiere salir?" (La Marea, 23/01/2014)
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