"(...) Ha afirmado usted en reiteradas ocasiones que los economistas no entienden lo que es la pobreza.
Una cosa es saber y la otra comprender. Saben todo lo que se puede
saber sobre la pobreza, pero no la comprenden. Tienen todas las
estadísticas, y sobre eso hacen planes para la superación de la pobreza.
Pero no han estado en la pobreza, no han convivido en la pobreza, no
han olido, ni han comido ni han dormido la pobreza.
Y eso es
tremendamente importante y fue gravitante en mi vida. Yo era un joven
brillante profesor en Berckley, una de las mejores universidades del
mundo. Tenía 27 años, orgulloso. Cuando me fui a trabajar con organismos
internacionales a zonas de pobreza, recuerdo que estaba en la sierra
peruana, en una comunidad indígena, un día muy feo, había llovido…
Yo
estaba parado en el barro y frente a mi, otro hombre pequeño, flaco, sin
trabajo, cinco hijos, una mujer, una abuela… Y nos miramos, y en ese
momento fue para mí como una puñalada, ¿qué le puedo decir a este
hombre?
Y me di cuenta de que no tenía lenguaje. No tenía nada coherente
que poder decirle. En el momento en que miré a lo ojos a la pobreza, me
quedé mudo.
De ahí acuña después el concepto de economía descalza…
Me di cuenta de que todo lo que había estudiado no me servía para
nada. Ahí cambié radicalmente como economista y surgieron mis principios
de economía descalza, desarrollo a escala humana,
etc. Una cosa es tener información y la otra es comprender. Y yo diría
que, como problema general, nuestra época se caracteriza porque sabemos
muchísimo pero comprendemos muy poco.
Y la diferencia entre saber y
comprender te la puedo ilustrar de mi manera favorita: puedes estudiar
todo lo que se pueda estudiar, desde una visión teológica,
antropológica, sociológica, biológica, química, bioquímica, neurológica…
sobre un fenómeno humano que se llama amor.
El resultado es
que vas a saber todo lo que se puede saber sobre el amor, pero nunca vas
a comprender el amor a menos que te enamores. Es decir, que sólo puedes
comprender aquello de lo eres parte. Si no eres parte, sólo tienes
información.
Información no nos falta hoy en día…
Piensa que nunca en la historia de la humanidad se ha juntado tanto
conocimiento como en los últimos cien años, ¡y mira cómo estamos! Me
pregunto para qué diablos sirvió todo ese conocimiento con un mundo
destrozado, hecho pedazos, como en el que estamos viviendo ahora.
No
necesitamos saber más, lo que necesitamos es comenzar a comprender, y
para comprender tienes que integrarte. Mientras no nos demos cuenta de
que todo está integrado con todo, mientras sigamos con un mundo
atomizado, con una visión cartesiana, no se resuelven los temas. La
pobreza es eso. Tú eres parte de los pobres.
Por eso yo siempre he dicho
que uno no puede hacer nada por los pobres, uno sólo puede hacer con
los pobres. Métete, ve qué potenciales hay en una comunidad pobre, y
sobre esos potenciales, construye. Pero desde tu oficina, con aire
acondicionado y con todas las estadísticas, hacer el gran plan como lo
hacen en el Banco Mundial no sirve para nada. (...)
Ha mencionado antes el concepto de desarrollo a escala humana, ¿en qué consiste?
Es un desarrollo que está orientado hacia la satisfacción de las
necesidades humanas fundamentales. Y no está basado meramente en el
crecimiento, porque el crecimiento y el desarrollo son dos cosas
completamente distintas. Y el desarrollo no necesita necesariamente de
crecimiento.
El crecimiento es una agregación de magnitudes
cuantitativas, y el desarrollo, de elementos cualitativos, creativos. El
desarrollo no tiene límites y el crecimiento sí: no hay nada que pueda
crecer para siempre. Y como decía Kenneth Boulding, ‘el que piensa que
en un mundo finito el crecimiento perpetuo es posible, o está loco o es
economista’.
Lo que yo propongo hoy día para una nueva economía,
coherente con los problemas que tenemos, es una economía que se basa en
cinco postulados y un principio valórico irrenunciable:
- La economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía.
- El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
- El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no implica necesariamente crecimiento.
- Ninguna actividad económica es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
- La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, en consecuencia el crecimiento permanente es imposible.
- El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
- El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no implica necesariamente crecimiento.
- Ninguna actividad económica es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
- La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, en consecuencia el crecimiento permanente es imposible.
Y el principio valórico en que debe sustentarse es que ningún interés
económico, bajo ninguna circunstancia, puede estar por encima de la
reverencia por la vida. Recorre esa lista uno por uno y verás que lo que
tenemos hoy es exactamente lo contrario.
¿Y llegaremos, como humanidad, a darnos cuenta a tiempo de esto?
No sé, porque no tengo una bola de cristal, pero el ser humano es
siempre lo suficientemente estúpido para no reaccionar mientras no se
haya llevado un golpe. De manera que creo que queda mucho sufrimiento
por delante todavía. Y en muchos aspectos ya hemos cruzado el punto de
no retorno. El mundo ya nunca volverá a ser lo que fue.
Si tuviese la oportunidad de tomar las riendas de la economía mundial, ¿por dónde comenzaría a corregir errores?
Ya te dije antes, primero educar a economistas que entiendan el
mundo. Eso para mí es el paso número uno. Y en seguida, reforzar al
máximo el mirar hacia adentro, fortalecer las economías locales y
regionales, fortalecer lo pequeño y lo mediano, y olvidarse de la pura
globalización.
Porque esta globalización ha terminado siendo
tremendamente destructiva, con impactos espantosos en el planeta, llena
de absurdos y de disparates que son imposibles de comprender. Donde vivo
yo, en el extremo sur de Chile, que es una zona agrícola maravillosa,
el otro día, cuando fui a comprar la verdura, estaba sacando unos ajos, y
resulta que ahora los ajos que se venden en Valdivia ¡son ajos que
vienen de China! Cuando nosotros producimos ajos maravillosos.
Efectos de la globalización…
¡30.000 kilómetros de viaje de ajos a un lugar donde se produce ajo!
¿Puedes entender una estupidez como esa? Y el argumento del economista
es que es más barato. Claro, ahí está la trampita genial de los
economistas, que inventaron esa cosa que se llama externalidades, que
los impactos que provoca es una externalidad que no tiene nada que ver
conmigo.
El impacto que significa ese traslado en términos ambientales,
de emisión de gases, etc. eso no entra en el precio. El hecho de que vas
a destruir el producto local tampoco entra en el precio. Que ese ajo
viene subsidiado por el gobierno chino, eso tampoco se considera en el
precio.
Simplemente se cuenta que este vale 3 y este otro 3,50. Los
economistas están llenos de esos trucos, y lo de las externalidades es
uno de los más escandalosos, porque es no hacerte responsable de los
efectos que tú estás provocando. Eso es inaceptable. Anticientífico por
definición.
Tiene que ver con no tener en cuenta escenarios que vayan más allá de lo inmediato…
Claro que sí. Yo siempre me pregunto, toda esta gente que está
destruyendo el medio ambiente de forma escandalosa, ¿ninguno de estos
tíos se ha puesto a pensar que va a tener nietos, biznietos, y en el
mundo que les van a dejar? ¡Creo que no se les pasa ni siquiera por la
mente!
El negocio está en la plata que voy a ganar de aquí al próximo
año con esta especulación. Eso es lo que interesa, el resto no tiene
ninguna importancia. ¡Por eso es muy perverso!" (Entrevista a Manfred Max-Neef, obtuvo el Right Livelihood Award, considerado el Premio Nobel Alternativo de Economía, La Marea, 06/07/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario