"Recientemente ha cobrado actualidad la propuesta de una Renta Básica
Universal (RBU) a propósito de la que se ha presentado como rival y
antagónica, como es el Trabajo Garantizado (TG), y que cuenta con
partidarios como el economista Eduardo Garzóni,
entre otros.
Resumiendo ambas propuestas, podría decirse que mientras
que el TG es una actividad laboral remunerada que el Estado tiene que
garantizar a cualquier persona desempleada que lo solicite, la RBU es
una asignación monetaria que se concede a todo individuo al margen de su
situación personal, laboral o económica.
La propia Red Renta Básica la
define así: “es un ingreso pagado por el estado, como derecho de
ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad
incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en
consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma,
independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de
renta, y sin importar con quien conviva.”ii
Cada una de estas propuestas es consecuencia de unos principios que lo
justifican que, pese a ser diferentes, no necesariamente tienen que ser
incompatibles entre sí. La implantación del trabajo garantizado (TG)
parte de la consideración del trabajo como un derecho que toda persona
posee, y es un derecho porque el trabajo, la actividad
práctico-productiva, constituye la esencia del ser humano.
El principio
de justicia que se deduce de esta consideración de lo que el ser humano es, de su esencia, lo expresaría Marx con la frase “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según su necesidad." (...)
En la actualidad, las fuerzas productivas, la productividad
alcanzada por el desarrollo tecnológico, permiten que el tiempo de
trabajo global tienda a reducirse manteniendo el mismo nivel de
producción. También, en consecuencia, que la distribución del trabajo
remunerado posibilite que un porcentaje determinado de población opte
por no trabajar si otro sector absorbe el trabajo disponible.
En una
situación tal, aceptar o rechazar un trabajo por lo alienante, precario,
o nivel retributivo del trabajo que se oferte, sería hoy posible. Es
entonces cuando, al margen de los aspectos económicos que la
implantación de una u otra supone, cobra plena actualidad el dilema
moral planteado con estas propuestas si necesariamente fuesen
incompatibles.
Habiendo capacidad productiva de sobra para mantener con
dignidad a toda la población, ¿hay que aceptar la cosificación y
explotación de cualquier trabajo alienante? No es eso precisamente lo
que se pretende con el principio de justicia que se deduce del trabajo
como lo característico de la naturaleza humana, a saber, “de cada cual
según sus capacidades…”: sencillamente porque las propias capacidades no
son precisamente las que se necesitan en multitud de actividades
laborales sumamente alienantes, mecánicas o para las que la formación e
intereses personales están muy alejados. Y se olvida en numerosas
ocasiones el carácter emancipador de la propuesta marxiana.
Una
demanda, presente en el republicanismo igualitario desde la antigüedad
griega, es la libertad como derecho ciudadano, una libertad real, sin
coacciones ni dominación, para la que es imprescindible disponer de las
condiciones materiales de existencia adecuadas. Eso es en lo que
consiste una vida digna.
Y precisamente lo que pretende la RBU es que
todo ser humano, por el mero hecho de serlo, tenga garantizados los
recursos básicos que permitan a cada individuo elegir con libertad su
propia vida para, preservar la dignidad frente a cualquier
circunstancia. Así, con esa seguridad de partida, cualquier persona
podría querer movilizar sus capacidades para mejorar sus condiciones de
vida con trabajos remunerados, con aquellos que pueda elegir sin que la
necesidad o la dependencia pueda obligarle a lo contrario.
Como también
puede haber personas que quieran dedicarse a actividades no remuneradas
(porque la sociedad y el Estado no las consideren como tales), sean del
tipo que sean.
Con todo, RB y TG no tienen por qué colisionar
entre sí. Una vez establecida la RB, los poderes públicos, porque esa es
su principal función, tendrían que planificar sus políticas con la
finalidad de que hubiera actividades laborales dignas y necesarias para
la comunidad." (Francisco del Río Sánchez , Rebelión, 28/10/2014)
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