"(...) Desde mi perspectiva personal y del conocimiento del golpe de estado,
al que he dedicado cuatro libros, los dos últimos (23 F: la historia no
contada, Ediciones B, 2006) alcanzaron una venta récord con seis
ediciones, y de la misma Editorial: “23F Treinta Años después”), no se
han puesto sobre la mesa datos nuevos que sirvan para aclarar, sobre
todo, el papel fundamental, que los servicios secretos del Cesid (Centro
Superior de Información para la Defensa), reconvertido ahora en CNI
(Centro Nacional de Inteligencia), desempeñaron en el golpe, hasta el
punto que fueron los instigadores y los organizadores de algo que se
sigue atribuyendo, casi exclusivamente, al teniente coronel de la
Guardia Civil Antonio Tejero.
Sobre todo, sigue sin aclararse el papel del responsable de los
servicios operativos del Cesid, como jefe de la Agrupación de
Operaciones y Medios Especiales (AOME), el comandante José Luis Cortina
Prieto (aliado del general Alfonso Armada), y de sus hombres, que en
coches camuflados del Centro, condujeron a Tejero y a los guardias
civiles de Príncipe de Vergara y Valdemoro y a la columna de la División
Acorazada del comandante Pardo Zancada, hasta el mismo Congreso.
Cortina, sorprendentemente, es absuelto de todos sus cargos en el
juicio que se celebra en el Servicio Geográfico del Ejército, en
Campamento, a las afueras de Madrid, mientras es condenado uno de sus
hombres, el agente operativo Gómez Iglesias, capitán de la Guardia civil
encargado de vigilar a Tejero prácticamente desde que sale de prisión,
por su primera intentona golpista de asalto al Palacio de la Moncloa
(‘operación Galaxia’).
Es más, hombres del Cesid que participaron en la operación utilizaron
el sistema de comunicaciones de la Casa (no existían, entonces, los
teléfonos móviles, sino un sistema de transmisiones militar denominado
HT) para seguir al minuto los acontecimientos, mientras se utilizaba un
chalet de la carretera de la Playa como central de comunicaciones, ya
que desde hacía meses miembros de un grupo especial de agentes (SEA) que
se crea para la operación golpista tenían pisos alquilados cerca de la
plaza de Castilla y en la calle Felipe IV, a pocos metros del Congreso.
En ese piso los agentes Rafael Monge, Miguel Sales Maroto y José Moya
Gómez tuvieron en todo momento controlado los movimientos de tropas
alrededor del Parlamento.
Entre las muchas incógnitas que nunca se llegaron aclarar está
también, aparte del silencio que se extendió sobre la trama civil, el
protagonismo que algunos capitanes generales tuvieron en aquella
intentona, hasta el punto que se prohibió todas las investigaciones
sobre ese protagonismo, y el papel que la Embajada de Estados Unidos y
el propio Gobierno norteamericano desempeñaron en los preparativos del
23F.
Un papel que explica esa primera reacción del Departamento de
Estado minutos después del golpe, cuando declaró que se trataba de un
“asunto interno de España”. Muchos años después se supo que la VI Flota
se había acercado a la costa valenciana, donde se sublevaría el capitán
general Jaime Milans de Bosch, que muchos de los implicados mantuvieron
contactos con agentes de la CIA y de la DIA (Agencia de Inteligencia de
la Defensa), con el jefe de estación Ronald Estes y con el propio
embajador norteamericano en Madrid Terence Toddman.
Además, desde primera hora de aquel lunes 23 de febrero de 1981 las
bases de utilización conjunta hispano norteamericanas de Torrejón, Morón
y Zaragoza estaban en estado de alerta y aviones estadounidenses de
inteligencia electrónica del 86 escuadrón de Comunicaciones desplegados
en la base de Ramstein (Alemania) sobrevolaban el centro y el sur de la
Península, interceptando las transmisiones vía radio entre las
diferentes unidades del Ejército, las Capitanías y los Cuarteles
Generales de los Ejércitos.
Muchas de esas incógnitas, de esos misterios, de esas lagunas que
aparecen en lo que pasó en aquella noche “la Noche de Tejero”, no se
conocerán hasta que se desclasifiquen determinados papeles que deben
estar en estos momentos en el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) y,
sobre todo, en el Tribunal Supremo. Estos últimos no podrán ser
consultados hasta que muera el último de los implicados en el golpe de
ese tarde-noche-madrugada." (José Oneto, República.com, 23/02/16)
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