"¿Quiénes
son los responsables y grandes ganadores del retraso de 24 años en la
regulación y freno de las emisiones de gases con efecto invernadero
(GEI), que según el consenso científico articulado por el Panel
intergubernamental sobre cambio climático de la ONU, está en la base del
colapso climático antropogénico (CCA) en curso?
Estudios de Richard
Heede (Climatic Change, enero, 2014); Robert Brulle (Climatic Change,
enero 2013), Justin Farrell (Academia Nacional de Ciencias, mayo 2015) y
Tim Gore (Oxfam, 2015) ayudan a dilucidar lo que para una abrumadora
mayoría (97 por ciento) de la comunidad científica del mundo es, junto a
una guerra nuclear, el riesgo mayor jamás afrontado por la humanidad y
la biota global.
Heede rastrea las huellas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y
metano (CH4) de los principales productores de combustibles fósiles y
cemento en la vasta base de datos del Departamento de Energía de Estados
Unidos.
Su estudio registró emanaciones de las principales 50 firmas
privadas; de 31 entes estatales y de nueve naciones productoras de
petróleo, gas natural, carbón y cemento, de 1854 a 2010.
Su emisión
global acumulada de GEI fue de 914 mil millones de toneladas de CO2
equivalente (GTCO2e): 63 por ciento de la generación mundial de CO2
industrial y CH4 entre 1751 y 2010. Ese es el total de lo lanzado a la
atmósfera por los 90 mayores entes fósiles.
Desde un diario inglés Suzanne Goldenberg sintetizó
la sustancia del estudio así: La crisis climática del sigloXXI fue
causada en gran medida por sólo 90 corporaciones, que han lanzado a la
atmósfera dos tercios de los GEI generados desde el inicio de la era
industrial. Las firmas van desde corporaciones como Chevron, Exxon y BP a
entes de propiedad estatal.
En entrevista, Heede indicó que aunque existen miles de productores de
gas, petróleo y carbón, los que toman las decisiones, los altos gerentes
de las principales firmas emisoras de GEI, son pocos. Caben en uno o
dos autobuses.
Enfatizó un dato de gran relevancia: que la mitad de los
GEI emitidos desde la revolución industrial ¡se generaron en los últimos
25 años! es decir, desde que las corporaciones y los gobiernos ya
sabían de la relación entre las emisiones de GEI y el calentamiento
global con alto riesgo para centenas y miles de millones de personas.
Cabe volver a recordar que en la Cumbre de la ONU en Brasil, 1992,
también lo advirtió Fidel Castro.
La relevancia sociopolítica del estudio de Heede no pasó inadvertida ni
por quienes van a las cumbres climáticas, ni por los funcionarios que
dialogan en lo oscurito con los cabilderos de la industria fósil.
Importa especificar la responsabilidad histórica de grandes firmas de
las sociedades de consumo: el problema no es gestado por la humanidad,
ni por aumentos en la población, sino por la vasta explotación
capitalista que se gestó desde la revolución industrial, con los
combustible fósiles en papel de vital eje de acumulación.
El dato duro
que da Heede hace trizas la noción de que en el calentamiento global
todos somos culpables, por tanto no hay responsables y evidencia que no
vivimos en un antropoceno como se lee con frecuencia, sino en el
capitaloceno, asunto planteado por Elmar Altvater en El Fin del
capitalismo, tal y como lo conocemos, 2012.
Desde los años 70 las grandes petroleras encabezadas por Exxon fueron
advertidas por sus científicos del riesgo de los GEI, según se documentó
en 2015. Exxon usó ese conocimiento para sus negocios, desatendió las
advertencias, apoyó al negacionismo con millones, lucró con la duda
sobre la ciencia climática y gozó la cascada de ganancias que traía
consigo el desborde de las emisiones de GEI registrados en los pasados
25 años gracias al bloqueo de la industria fósil a la regulación y freno
vinculante de esos gases.
Estos son crímenes corporativos y/o estatales de lesa humanidad. Según
el FMI (imf.org) en 2015 la industria fósil mundial gozó de subsidios
por 5.3 billones (trillions) de dólares, mientras Exxon anunció antes de
la COP21, cuando se habló de compromisos vinculantes que extraería
petróleo sin límite y Rex Tillerson, su CEO, anunció en la CERAWeek
(Houston, abril, 2015) el arribo de una transformación dramática de la
escena energética gracias a tecnologías que dan acceso a la energía de
las arenas bituminosas, a los fósiles en aguas profundas, al gas y
petróleo de lutitas y del Ártico (sic).
Toda una nueva era de abundancia
energética hacia el caos climático con aumentos de temperatura de 4ºC a
corto plazo (según estudio de Shell) hasta los 6ºC después.
Al año de lo dicho por Tillerson, Enrique Peña Nieto fue al Texas de los
Bush. Premiado por la entrega del sector petroeléctrico de acá, festejó
con CERA su hazaña anti-nacional para que Exxon, Shell, et al, sigan
transformando al mundo como lo conocemos y ocupen los yacimientos y
gasolineras del país, en medio de la mayor violencia y desastre de
derechos humanos en la historia nacional. " (John Saxe-Fernández, La Jornada, en Jaque al neoliberalismo, 04/03/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario