"(...) Por lo demás, si tú mismo admites, que la gente percibe,
percibimos, la enorme dificultad de elaborar otra alternativa empírica
de vida, ¿no hay aquí una paradoja marcada y difícil? ¿Cómo entonces,
admitido lo anterior, salir, superar nuestra situación si tenemos pocas
fuerzas y es tan difícil elaborar una alternativa de vida?
Creo
que la confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que
constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda.
Junto a las
mayores atrocidades vemos actos constantes, numerosos, cotidianos, de
generosidad humana: una madre con su hijo; un desconocido que atiende a
un emigrante ecuatoriano que acaba de ser desvalijado por un
desaprensivo en una estación de tren; el que clava papeles en el corcho
de información para sus compañeros trabajadores en un centro de
trabajo,...
Mil generosas actitudes cotidianas de miles de personas. A
partir de ahí, recordemos que si el mundo humano existe es porque, a
cada instante, millones de personas lo crean, lo producen y lo
reproducen, con su hacer: el mundo es producto de la actividad de los
subalternos.
Y que cada individuo más que se suma a la actividad por
cambiar la sociedad tal como es hoy, es un individuo menos, uno menos
que la apoya, uno más que la socava: "somos" una "suma cero". Toda
sociedad, en consecuencia, aún la aparentemente más sólida, se
fundamenta sobre un suelo formado por millones de granos de arena
suelta, granos conscientes, los seres humanos.
Seres humanos cuya
consciencia se desdobla, se extraña, percibe como ajeno, extrañado y no
propio este mundo que ellos hacen; lo prueba el hecho de que en todos
los tiempos históricos, las clases dominantes han tenido que emplear
muchos recursos para tratar de convencer a los subalternos de que no se
puede anhelar cambiar el mundo -o que anhelar eso, no está bien, es
"pecado", es "el" pecado de la "consciencia desgraciada" medieval,
cristiana.
Muy bien visto.
Porque todo
ser humano, todos, generamos reflexión sobre nuestro propio vivir, sobre
la actividad generada por nosotros desde nuestra consciencia y sobre
las expectativas, las necesidades conscientes que tenemos, como
resultado de nuestra formación dentro de un ethos.
Esta consciencia
reflexiva, esta autoconsciencia, es ya un poder pensar y considerar
evaluativamente, en perspectiva, desdobladamente, nuestro vivir y el
mundo que lo produce.
Toda autoconsciencia ejercida sobre nosotros
mismos, nuestro vivir, nuestra comunidad, es un vernos como entidad
distinta, separada, enfrentada, extrañada, con el mundo que nos ha
construido; como en potencia capaces de vivir de otra forma, de hacer
otra cosa que reproducirlo.
Esa autoconsciencia es, solo por el hecho de
operarse, negatividad: estudia su mundo, o sea, lo pone frente a sí.
Pero todo esto es algo que toda mente humana hace cotidianamente; por
eso necesitamos del arte, porque anhelamos mejorar nuestra
autocomprensión de nosotros y nuestro vivir, expresándonos por medio de
un objeto artístico y porque nos sabemos capaces de otras vidas…
Y,
bueno, el mundo humano siempre cambió, nunca ha dejado de ser
"histórico".
Bueno, me he puesto a rebuscar argumentos y me han salido bastantes. Está claro que la skepsis vale tanto contra el optimismo como contra el pesimismo…
Seguramente, pero tu defensa del esperancismo es muy hermosa, muy machadiana. (...)" (Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal, Rebelión, 22/11/16)
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