"(...) “El sistema de producción y consumo se derrumba. Hay que reinventar la manera en que vivimos”.
¿Y lo van a hacer los diseñadores? “El nuevo diseño
produce más soluciones que dinero. El dinero, lo ahorra. Según la OMS,
el coste anual que genera la polución en Pekín es de 260.000 millones de
euros.
Pagamos un precio desorbitado por un tipo de vida problemático.
Vivimos en un sistema económico viejo, basado en el dinero y el tiempo.
Necesitamos uno nuevo basado en los valores incuestionables del agua
potable, el aire limpio y la energía no contaminante”.
Roosegaarade asegura que estamos ya en una época de
transición. “Ni mi pareja ni yo tenemos coche. Eso no era así hace 10
años. El papel del diseñador es acelerar la reconversión del mundo en un
lugar sostenible”.
Esa nueva figura profesional parece sobrecargada de
trabajo: deben detectar los problemas, buscar la solución, idear cómo
materializarla y recaudar el dinero para desarrollarla. “El paquete
completo es una consecuencia de tener sueños”, sostiene.
Por eso, en su
estudio hay científicos, ingenieros y biólogos: “Porque los proyectos
que pide el mundo requieren unión de conocimientos por encima de
especializaciones desconectadas”. “Controlar todos los pasos nos da más
responsabilidad y libertad. Si uno es solo poeta se queda sin impacto.
Uno debe moverse, pactar, exponerse y, negociar para conseguir".
Explica que ha sido pobre durante años. “Pero creía
firmemente en lo que hacía. Eso es otro tipo de riqueza. Ahora tenemos
sueldos dignos”. También apunta que con la reinvención del diseño, se
reinventan los clientes. No es un individuo que compra una lámpara, son
el alcalde de Pekín o el Gobierno polaco.
A veces, compañías de
infraestructuras de transporte. “Y cuando tenemos una idea que no
encuentra financiación, nos hacemos un autoencargo e iniciamos una
campaña de recaudación de fondos por Internet. El riesgo es el precio a
pagar cuando quieres ser pionero”.
Ambición
¿Qué le hizo creer que un diseñador podría cambiar el
planeta? “La ambición de las personas es lo que siempre ha cambiado el
mundo. No tengo plan B. Para mí era esto o la locura. Mi trabajo es mi
manera de que el mundo tenga sentido. No entiendo el paisaje de
polución, atascos y gente solitaria que hemos construido.
Por eso
intento que lo que hago tenga sentido”.
Con todo, no quiere dibujar un panorama de buenos y
malos. Asegura que la industria tradicional no está obsesionada con
mantener su producción. La mayoría está dispuesta a cambiar. “Pero
muchos no saben cómo”. Cree que los buenos dirigentes se dan cuenta de
que deben invertir en nuevas ideas para sobrevivir.
Uno de sus clientes lleva décadas construyendo
autopistas. “Nunca se le ocurrió mejorar la relación entre la calzada y
el coche con automóviles que se puedan cargar por rozamiento o
pavimentos que recojan esa energía. Yo no sé construir autopistas.
Pero
quien sabe hacerlo a veces está tan centrado en su trabajo que queda
atrapado en él. Y no ve más allá”. Él y su estudio empiezan de cero con
cada proyecto. No dejan de plantearse posibilidades inexploradas.
Aprenden, y afinan.
“Vendemos unos anillos que han capturado
contaminación. Valen 200 euros. Son bonitos, pero la gente no los compra
para tener una joya más. Los usan para casarse. Para demostrar su
compromiso con su pareja y con el planeta porque ese dinero lo dedicamos
a construir torres que aspiran contaminación.
Vendemos cientos, no
miles, porque mantener la producción limitada es lo que los hace
especiales”. Cuenta que los anillos generaron mucha discusión en su
estudio “¿Quién va a llevar polución encapsulada en el dedo?”. Ahora se
venden en los museos. “Hacer de un desastre algo precioso convierte el
diseño en magia”.
De Singapur a Dubái y de Milán a Londres, cada vez
hay menos ciudades en el mundo en las que no se celebre una semana del
diseño. En ese marco, Madrid ha inaugurado su festival con un pie en el establishment
—los grandes nombres de la industria: de los Bouroullec o Rossana
Orlandi a Jasper Morrison—, otro en la realidad —las empresas
productoras y los problemas del mundo— y un tercero en las propuestas
transformadoras —el dron Mine Kafon que mapea, detecta y detona a
distancia minas antipersona ideado por los hermanos Hassani, dos
refugiados afganos—.
Este mensaje ecléctico explica que el diseño de hoy no debe encasillarse y sí vincularse más a los cambios que a los objetos para potenciar su capacidad transformadora." (Entrevista a Daan Roosegaarde, Anatxu Zabalbeascoa, El País, 16/02/18)
Este mensaje ecléctico explica que el diseño de hoy no debe encasillarse y sí vincularse más a los cambios que a los objetos para potenciar su capacidad transformadora." (Entrevista a Daan Roosegaarde, Anatxu Zabalbeascoa, El País, 16/02/18)
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