"Hace unos meses, las paredes de París —y después de
otras ciudades— amanecieron con pegatinas denunciando los feminicidios,
en frases compuestas por carteles de letras, nombrando a mujeres
asesinadas.
Por fin brota en este país algo parecido al
levantamiento social de España que consiguió en 2004 la ley integral
contra la violencia de género. Porque en Francia, con una tasa de feminicidios netamente superior que la de España, esta ley se ha seguido negando.
Marguerite
Stern, exmilitante del grupo Femen, consiguió unir a centenares de
activistas para montar ese movimiento de los “collages”. Pero acabó
expulsada del grupo, mientras en las paredes aparecían lemas en una
“novolengua” opaca: “Las TERF a la hoguera”, “Queremos sisters, no
cis-TERF”…
Marguerite Stern se expresó en enero en Twitter y
recibió acoso y amenazas de muerte por “transfobia”. “Tres temas dividen
a las feministas”, dice: “Prostitución, religiones, transactivismo. (…)
No tengo problemas al declarar que la prostitución es violencia contra
las mujeres (…), tampoco al decir que todas las religiones dañan de
forma igual la dignidad de las mujeres. Pero en cuanto me expreso sobre
el transactivismo me linchan. (…) Sus luchas copan cada vez más sitio en
el movimiento feminista, cuando son ultraminoritarios”.
Dice también: “La escritura inclusiva sirve hoy para invisibilizar a las
mujeres. Ya no se habla de hombres y mujeres, sino de “personas con
vulva”. (…) Veo a hombres que quieren ser mujeres ponerse de repente
maquillaje, llevar faldas y tacones altos. Para mi es un insulto a las
mujeres considerar que las herramientas inventadas por el patriarcado
son las que nos hacen mujeres. Somos mujeres porqué tenemos vulva. Es un
hecho biológico.” (...)
En 2018, el columnista Daniel Bernabé publicó “La trampa de la
diversidad” desencadenando un importante debate en la izquierda. Bernabé
critica que, abandonando a la clase obrera como actor y sujeto
político, la izquierda se reinventara frente a la derecha con la defensa
“cultural” de colectivos discriminados.
Los gobernantes
socialistas Jospin, Zapatero y Hollande intentaron así “tapar” su
adhesión a las políticas económicas antipopulares desencadenando la
batalla de la “diversidad”. Lo pagaron con sonoras derrotas electorales.
Hoy parecería que Podemos
ha dado con la buena formula: un gobierno que reconecte —aunque sea por
la mínima— con la defensa de las clases populares y, al mismo tiempo,
lidere la batalla cultural con la ministra Irene Montero al frente. Con
una “directora general de diversidad sexual y LGTBI” y otra “directora
general de Igualdad de Trato y Diversidad Étnico-Racial” (exdiputada
“racializada” de Podemos).
Entrevistada por eldiario.es,
Beatriz Gimeno, nueva directora del Instituto de la Mujer, activista de
Podemos, dice del “colectivo trans”: “Estamos hablando del 0,1% de la
población, de un colectivo con unas necesidades de reconocimiento de
derechos materiales y simbólicos brutal.” De la ley que llevó al
Parlamento con el grupo Unidas Podemos dice ahora que se trata de “un
proyecto presentado en bruto por los colectivos, sujeto a todo el
trámite de debate parlamentario y a cambios”. “Hay dudas legitimas. Por
ejemplo, podemos poner “mujeres y progenitores gestantes”, las dos
cosas, y no solo progenitores”, añade.
Pero ¿qué coño es un “progenitor (masculino) gestante”? Y ¿para qué
tal ley? Gimeno desenfunda el argumento definitivo: “No entiendo el
objetivo de ponerlo en el centro del debate ahora, cuando estamos en un
momento en el que la extrema derecha del mundo realmente sí es un
peligro”.
¿Quién pone el “debate”? Una “coordinadora feminista 8M”
difunde los lemas del 8M 2020: “Diversidades sexo/genéricas, travestis,
etnicidades/ antirracismo, indigenidades, movilidad reducida,
capacidades diversas, bodypositive, etc., toda la periferia de las
luchas sociales”. La previsión de Ilya U. Topper en M’Sur se verifica: ya no quedan mujeres. (...)
Entonces: ¿bastaría con que un “colectivo” se cuele en cualquier
plataforma o coordinadora “progresista” para que se le agregara a la
“diversidad”? ¿Incluso con ideas retrógradas?
Pues sí. Aquí
tenemos al colectivo de “gente racializada” y a la corriente más
abiertamente patriarcal y machista de la religión musulmana declarándose
—en Europa— oprimida por quien se oponga al velo y a la sumisión de las
mujeres al pin parental “de serie”, que tan bien describe Mimunt Hamido en el blog NoNosTaparán.
Todo lo que vamos a denunciar
de Vox —mentiras machacadas hasta que la gente se lo crea, pin
parental, machismo ofensivo, apología de dictaduras, violencia para
amedrentar toda opinión contraria… —lo exige el “colectivo musulmán”
para poblaciones que pretende controlar. Entonces son derechos
“culturales” para salir a la calle en nombre del antirracismo. (...)
Declaración del presidente senegalés Macky Sal: La prohibición de la
homosexualidad es cuestión de especificidad cultural y “no tiene nada
que ver con la homofobia” …
De la “trampa de la diversidad” hablan algunos referentes de la izquierda.
Vicenç Navarro, fino conocedor de Estados Unidos y dirigente de Podemos en Catalunya, escribe en el diario Publico.es
(en julio de 2019): “La mayoría de la clase trabajadora de raza blanca
(que es la mayoría de la clase trabajadora en EE UU) vota a Trump y, muy
probablemente, continuará votándolo en el futuro.” “La estrategia de la
izquierda estadounidense (…) fue enfatizar las políticas
antidiscriminatorias (…) encaminadas a la integración de las mujeres y
minorías (…) en políticas públicas de afirmación identitaria (…)
fundamentadas en el género y la raza.”
Tuit de Joe Biden en enero:
“La igualdad transgénero es el problema de derechos civiles de nuestros
tiempos” … Muérete otra vez, Martin Luther King.
Otro referente,
llenando conferencias en muchos países: Pepe Mújica, antiguo presidente
uruguayo. Dijo en diciembre: “Es bastante inútil el feminismo, porque
creo que el machismo es un hecho y que la agenda de derechos de la
equiparación es inobjetable. Pero la estridencia también termina
jodiendo a la causa de la mujer, porque crea una antípoda quejosa.
Excita lo reaccionario de la propia sociedad, que está ahí.” Y también:
“Me resisto a que el feminismo pueda sustituir a la lucha de clases.
Porque las clases sociales las veo también dentro del movimiento
feminista”.
Le ha caído la del pulpo: su voz, hasta ahora casi
santa como si del Papa se tratara, ha perdido todo crédito en la
militancia de la “diversidad”.
Intentemos, sin tener que estar del todo de acuerdo, escuchar tales voces. ¿Cómo los pueblos reciben, entienden, esa agenda de la “diversidad”?
Porque
el pueblo existe más allá del mundillo militante urbano y culturalmente
pequeñoburgués. Y antes de tildarlo de facha y atrasado, veamos: ¿Como
se percibe la “batalla cultural” allá donde la referencia normal de vida
es casarse, tener hijos, construir familia…?
¿Qué significa
borrar las mujeres para hablar de “gente con vulva”, de “progenitores
gestantes”? ¿Y eso de escribir “elles” en vez de “ellos” o “las y les”…
esa escritura “inclusiva” que excluye quien ya escribe y lee con
dificultad?
¿Cómo la España “vaciada”, azotada por la
desertificación de su tierra, entiende la denuncia de “privilegios
blancos” por un colectivo “racializado”? ¿Qué consecuencias tiene la
normalización “progresista” de los términos de etnia y raza, hasta
nombrar cargos públicos con tales apelaciones? Mirad en qué gobiernos
europeos se utilizaba parecida terminología oficial en el siglo XX…
¿Todo normal?
¿Cómo perciben unos pueblos azotados por espantosos
atentados islamistas la defensa “antirracista” del islamismo, ese
movimiento político-religioso reaccionario y retrógrada que destruye
espectacularmente las sociedades orientales?
Entonces: ¿se salvaría la izquierda de la “trampa de la diversidad” al revertir las políticas económicas antipopulares? No.
Porque separar la sociedad entre “tolerancia” de izquierdas y
arcaísmo de derechas ahonda divisiones donde se necesita consenso. La
liberalización del aborto en Francia ha sido obra de un gobierno de
derechas; la ley española contra la violencia de genero fue votada por todas las fuerzas políticas. Instalar el feminismo en la oposición izquierda/derecha lo debilita gravemente.
Porque
todas las reivindicaciones agrupadas en defensa de la “diversidad” no
son de izquierdas. Islamismo e “indigenismo” son de filiación fascista,
opuestas a la laicidad y la Ilustración. El delirio ‘queer’ es un
caballo de Troya del machismo. La prostitución es salvajemente
patriarcal e impresentable.
Porque considerar, como la señora
Gimeno, que cambiar el idioma por ley, queriendo imponer una novolengua
políticamente correcta, “no quita derechos”, es hacerse el tonto. Es
decirle a las clases populares que se les toma por tontas.
Porque
transformar en enloquecida sopa de “diversidad” el 8M fundado por Clara
Zetkin y Rosa Luxemburg es ridiculizar la batalla feminista hasta
matarla. (...)" (Alberto Arricruz, m'sur, 22/02/20)
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