"Alexandra Dean firma Bombshell: la historia de Hedy Lamarr,
película con la que repara la injusticia histórica con esta mujer.
Inventora del sistema que permitió las comunicaciones inalámbricas, el
mundo aprovechó su glamour y su belleza para despreciarla.
«Era obvio. Lanzaban torpedos en todas direcciones y nunca daban en el blanco». Hedy Lamarr, conocida en Hollywood como «la mujer más bella del mundo»,
se refería a los barcos ingleses en la II Guerra Mundial y lo que era
«obvio» para ella era la necesidad de inventar un sistema para dirigir
bien esas armas.
Así que lo inventó. Uno de los avances más notables de
los últimos decenios, que permitió el desarrollo de la tecnología Wifi,
el sistema GPS y el Bluetooth, se debe a una mujer que era, además,
formidablemente bella. Dos circunstancias que hicieron que la sociedad
ultra machista de EE.UU. descartara por inverosímil esa historia o, en
el mejor de los casos, la silenciara.
La cineasta Alexandra Dean, dispuesta a reparar la injusticia cometida con ella, decidió contar la verdad. Lo hace en Bombshell: la historia de Hedy Lamarr –estreno
online en Filmin– película documental que revela, en palabras de la
historiadora del cine Jeanine Basinger, «una perfecta historia de
menosprecio, porque vivió una vida de grandes logros pero la gente no
sabía nada».
«Estarte quieta y parecer
estúpida»
«Sé
tú misma, elige y acepta lo que quieras», le decía su padre a la pequeña Hedwig
Eva Maria Kiesler, una vienesa nacida en 1914 que se convirtió en una de las
más grandes estrellas de Hollywood y en una inventora de curiosidad
extraordinaria que, si el mundo no hubiera sido tan estúpidamente machista,
hubiera podido acortar la II Guerra Mundial un año.
«Cualquier chica puede ser glamurosa, solo tienes que estarse quieta y parecer estúpida».
Son las palabras de Hedy Lamarr que abren la película de Alexandra
Dean, un repaso por la vida de esta mujer, que vivió siempre sometida a
un único juicio, el de su físico. Con mucho ritmo, imágenes de archivo
de películas, la voz de la protagonista en varias entrevistas y el
testimonio de sus hijos, personalidades de Hollywood, periodistas,
historiadores de cine… el relato del filme se vuelve apasionante al
revelar una personalidad desconocida. Esta película es pura justicia.
Primer desnudo integral del cine
Modelo de Blancanieves, inspiradora de Catwoman, ejemplo para
millones de personas que querían vestirse, peinarse y moverse como ella,
sorprendente estafadora y ladrona de joyas (Argel, de John Cromwell), protagonista de la película más taquillera de 1950 (Sansón y Dalila,
de Cecil B. DeMille), mujer productora en la década de los 40… Hedy
Lamarr nunca consiguió, sin embargo, el reconocimiento merecido en
Hollywood.
Para ellos era una cara bonita que seducía a hombres y mujeres y,
sobre todo, el nombre del escándalo. Protagonista en sus primeros pasos
en el cine, todavía en Europa, de Éxtasis (1933, Gustav
Machatý), donde interpretó el primer desnudo integral del cine y, mucho
peor para la época, el primer orgasmo femenino, Hedy Lamarr fue carne de cañón para los legionarios de la frivolidad.
«Aquella tarde, en el jardín del hotel Excelsior, se oía la respiración de los espectadores atentísimos, se escuchaba un escalofrío que corría por la platea«, escribió Michelangelo Antonioni, entonces crítico de cine, sobre el estreno de Éxtasis en
Venecia. La imagen de la joven Lamarr bañándose desnuda ha marcado a
esta mujer mucho más que cualquiera de sus fabulosos inventos.
Comunicaciones inalámbricas
Hedy Lamarr diseñó para Howard Hugues un avión que era mucho más rápido que
los que existían entonces. Inventó, para los soldados
aliados, una pastilla que al disolverse en agua se convertía en Coca-Cola.
Creó el sistema que permitió desarrollar un dron de vigilancia que se empleó en
Vietnam… y, sobre todo ello, inventó la primera versión del espectro
ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de larga distancia.
«Cuando Hedy patentó su tecnología, entregó la patente a la armada de
los Estados Unidos de América, pero lamentablemente no la tomaron en
serio.
Dijeron que la invención era demasiado aparatosa y que no era una
tecnología militar útil. Lo que realmente quisieron decir fue que
les resultaba improbable que una actriz y artista musical hubiera inventado una
tecnología que les pudiera servir. De hecho, era una tecnología de vanguardia y
hay quienes afirman que podría haber acortado la Guerra un año o más, y tenía
el tamaño de la esfera de un reloj», explicó la directora de Bombshell a Catherine Jewell, en una entrevista
para la División de Comunicaciones de la OMPI (Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual).
El reconocimiento le llegó en la década de 1990, coincidiendo con el éxito
de la telefonía móvil. Recibió un premio de Milstar, el sistema encargado del
funcionamiento de los satélites de comunicaciones militares que proporcionan
comunicaciones seguras a las Fuerzas Armadas y al Presidente de los Estados
Unidos de América. Y, fue entonces, cuando el periodista Fleming Meeks la
entrevistó para la revista Forbes. «Glamourosa, sí, estúpida,
no», escribió. Y Hedy Lamarr, por fin, pudo dejar de esperar.
El agradecimiento y el desagravio habían llegado juntos, aunque medio siglo
tarde. Ella solo dijo a sus hijos: «Ya era hora»." (Begoña Piña, Público, 11/05/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario