"Durante estas últimas semanas de protestas en Estados Unidos me he
acabo metiendo en unas cuantas (demasiadas) discusiones en Twitter sobre
la prevalencia real del racismo en Estados Unidos.
Los comentarios
siempre van en una dirección parecida, señalando que la legislación de
derechos civiles fue aprobada hace más de cincuenta años y que las
actitudes de los americanos han cambiado, y nadie se atreve a decir en
voz alta que los negros son una raza inferior.
Ambas cosas son
ciertas, pero me temo que el racismo es algo más complicado que eso.
Para empezar, una persona racista es algo bastante distinto a una
sociedad racista, que es lo que la gente que protesta en las calles
estos días.
Definiendo el racismo:
Una
sociedad racista es aquella donde dos personas que nacen en un mismo
barrio, en la misma situación familiar, con el mismo nivel de renta
tienen una probabilidad considerable de tener trayectorias vitales
distintas según su color de piel. Si la probabilidad de un niño blanco
de familia pobre de ascender a la clase media es mayor que la de un niño
negro exactamente en la misma situación inicial de forma
consistente, esto quiere decir que el color de la piel tiene un impacto
en las expectativas individuales de cada persona, y podemos hablar de
racismo estructural.
¿Sucede esto en Estados Unidos?
Los datos indican que sí, esto es así, y la evidencia empírica en esta
dirección es abrumadora. Raj Chetty, Nathaniel Hendren, Maggie R. Jones,
y Sonya R. Porter, en un estudio épico
basado en una gigantesca base de datos del censo, demuestran de forma
concluyente que la movilidad social está increíblemente marcada por el
color de la piel, hasta el punto de que para niños que crecen en
familias ricas, la probabilidad de que sigan siendo ricos como adultos
es más del doble
para chavales blancos que para negros.
No importa cuántos indicadores y
controles añadas (estructura familiar, resultados educativos, lo que
sea) esta diferencia de resultados persiste para negros varones en todos
los niveles de renta. La clase social juega un papel, pero el color de
piel siempre sigue importando.
¿De dónde vienen estas diferencias?
Es cierto que en Estados Unidos no vas a escuchar nunca a nadie decir “no te voy a contratar porque eres negro”
en voz alta. Si miras la legislación sobre derechos laborales, acceso a
la vivienda, sanidad, seguros médicos, hipotecas, educación o cualquier
tema que se os ocurra nunca veréis ninguna cláusula que diga que “los negros no pueden vivir en este barrio” o que “los negros van a pagar extra en la hipoteca”. Si encontrarás en algunos rincones ejemplos de affirmative action,
legislación que da “puntos extra” a ciertos grupos (prioridad en acceso
a becas, por ejemplo) pero de forma limitada. Esta clase de leyes,
además, son cada vez menos habituales.
En realidad, la
discriminación racial es bastante más sutil. Pongamos por el caso el
acceso a la vivienda, un tema que me obsesiona y del que he escrito varias veces. Las ciudades y suburbios americanos no pueden decir en voz alta en sus estatutos que “no quieren negros”, porque
eso es feo e inconstitucional. Lo que llevan haciendo desde hace
décadas, sin embargo, es utilizar las regulaciones del uso del suelo
para definir qué clase de viviendas se pueden construir, y hacerlo de
tal manera como para que sea imposible construir viviendas asequibles en
ninguna parte.
Los suburbios de Connecticut, un estado norteño de impecables credenciales anti-racistas y progres, son espectacularmente buenos
haciendo estas cosas. El “truco” es poner regulaciones estrictas en
tamaño mínimo de las parcelas (un acre), edificabilidad (sólo un 30% de
la parcela con edificios), distancia respecto a la calzada (nada de
tener casas justo al lado de la calle), plazas de aparcamiento (dos
coches por vivienda), o superficie mínima de las viviendas dirigidas a
reducir la densidad y aumentar su coste. Todas estas medidas son
completamente “neutrales”, pero hacen imposible que nadie que no sea de
clase media se mude al barrio.
Las políticas excluyentes en vivienda no se quedan aquí. Ha habido gran cantidad de estudios que señalan que a igualdad condiciones, los agentes inmobiliarios tienden a ofrecer a sus clientes negros viviendas en barrios peores. Cuando van al banco, las entidades ofrecen peores condiciones hipotecarias a
clientes negros con idéntico nivel de renta y puntuación de crédito que
a sus equivalentes blancos.
Aquellos que se mudan a los suburbios, por
cierto, se encuentran con esa bonita tradición americana de policía de
gatillo fácil del que tanto se habla estos días. La mayoría de
los homicidios con policías de por medio en Estados Unidos suceden en
los suburbios, no en las ciudades. Por supuesto, cuando un barrio “se
llena” de demasiada gente de color la reacción habitual de las familias
blancas es largarse, así que lo de vivir en barrios sin segregación
racial no lo vemos demasiado.
Todo va en la misma dirección:
En
Estados Unidos, las competencias de educación son locales, así que la
calidad del colegio al que tienen acceso tus hijos depende directamente
de donde vives. En un suburbio “fortificado” con densidades bajas y
viviendas caras, los colegios (que se financian con un impuesto a la
propiedad) tendrán mucho dinero, muy pocos chavales con pocos ingresos,
profesores bien pagados y educación de primera.
En una ciudad densa con
viviendas pequeñas, más pobreza, y difícil acceso a crédito, los
colegios tendrán menos recursos. Si el punto de partida es uno donde las
familias negras tienden a vivir en un barrio pobre y las blancas en un
suburbio rico, vas a tener toneladas de discriminación racial sin tener
que mencionar el color de piel en ninguna parte.
Lo más
deprimente es que la discriminación no se limita a vivienda y educación,
sino que se extiende a esencialmente todos los sectores de la economía.
En el sistema de justicia, los acusados negros reciben penas mayores por el mismo crimen que los blancos de forma consistente. En sanidad, las mujeres negras con idéntica cobertura sanitaria reciben menos tratamiento y supervisión durante el embarazo, algo que genera unas diferencias enormes de mortalidad infantil según el color de piel.
Cuando envías tu currículum al buscar trabajo, la probabilidad que te llamen es mucho más alta
si tu nombre es más típico “blanco” (Kevin) que "negro" (Tyrone). El
efecto individual de cada una de estas discriminaciones es pequeño, pero
el problema es que todas van en la misma dirección, y todas van en
contra del grupo étnico que empezaba con menores recursos en 1970, y que
sigue siendo más pobre ahora.
Es decir: sí, el racismo existe. Y no, no hace falta que nadie sea “racista” para que exista discriminación racial. El racismo sistémico consiste precisamente en eso - un mundo donde nadie es racista porque el sistema, las instituciones, discriminan por ti sin intervención directa alguna.
Bolas extra:
- Mi truco favorito de urbanismo excluyente, por cierto, es la costumbre de muchos suburbios de no construir alcantarillado y obligar a todo el mundo a tener fosas sépticas. Cuando alguien quiere construir más casas, alegan que añadir más viviendas implica tener más fosas sépticas, y eso acabaría por contaminar el suelo. En Connecticut es habitual encontrarte casas de cuatro millones de dólares con fosas sépticas por este motivo.
- No hace falta decirlo, pero romper esta clase de instituciones es increíblemente difícil. Estos días muchos suburbios de Connecticut (la clase de sitios con precio de vivienda medio sobre los $500.000 y un 2-3% de población de color) han tenido manifestaciones de Black Lives Matter. La respuesta sardónica de un periódico local ha sido tuitear de forma insistente esos datos por Twitter, sin que nadie acabe de darse por aludido. Yo llevo más de diez años soltándole la tabarra a cualquiera que quiera escucharme sobre el tema, y la mayoría de activistas de izquierda me miran como si fuera Don Quijote cargando contra molinos de viento.
- Lo de la discriminación hipotecaria, por cierto, lo sé de primera mano. Allá por el 2007-2008 trabaje en una empresa de hipotecas subprime, y sí, sucedía, y sí, era totalmente descarado. Los márgenes de beneficio para las hipotecas basura son más altos.
- Florida, Texas y Arizona están teniendo escaladas muy preocupantes de infecciones de coronavirus. Son tres estados que abrieron muy temprano, mucho antes de tener la epidemia controlada. Los expertos se están temiendo lo peor.
- Los sondeos están dando muy malas noticias a Trump estos días. Las elecciones están MUY lejos y Trump tiene una ventaja inherente en el colegio electoral (que dejo para otro día), pero tiene motivos para preocuparse." (Roger Senserrich , Four freedom , 17/06/20)
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