"En el teatro, sin embargo, le precede la fama de dramaturgo
intelectual: "Si repaso mi trayectoria veo que he tratado de descender a
las emociones.
Utopía es en cierto sentido una obra histórica y
mucha gente habla de ella como de un viaje intelectual, y es cierto,
pero también habla de la familia, de enamorarse de la mujer equivocada,
de luchar y tener hijos... Ninguna obra funciona si no funciona en el
nivel emocional".
Con todo, no le molesta el adjetivo intelectual:
"Para mí el teatro es una recreación de la vida. No es la escuela, pero
hay en él un elemento de reflexión". Además, muchas de sus obras
despliegan un humor subterráneo.
"Mis obras, que en principio no están
orientadas a la comedia, funcionan también cómicamente", explica. "En el
fondo, la risa del público es un síntoma de comprensión. Por eso cuando
esperas que la gente se ría y no lo hace es imposible no preguntarse:
¿lo entendieron?"." (El País, 28/09/2011, p. 34)
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