"(...) Piketty no es ni mucho menos el primer economista en señalar que
estamos sufriendo un pronunciado aumento de la desigualdad, y ni
siquiera en recalcar el contraste entre el lento crecimiento de los
ingresos de la mayoría de la población y el espectacular ascenso de las
rentas de las clases altas.
Es cierto que Piketty y sus compañeros han
añadido una buena dosis de profundidad histórica a nuestros
conocimientos, y demostrado que, efectivamente, vivimos una nueva edad
dorada.
Pero eso hace ya tiempo que lo sabíamos.
No, la auténtica novedad de El capital es la manera en que
echa por tierra el más preciado de los mitos conservadores: el empeño en
que vivimos en una meritocracia en la que las grandes fortunas se ganan
y son merecidas. (...)
Durante el último par de décadas, la respuesta conservadora a los
intentos por hacer del espectacular aumento de las rentas de las clases
altas una cuestión política ha comprendido dos líneas defensivas: en
primer lugar, negar que a los ricos realmente les vaya tan bien y al
resto tan mal como les va, y si esta negación falla, afirmar que el
incremento de las rentas de las clases altas es la justa recompensa por
los servicios prestados. No les llamen el 1% o los ricos; llámenles
“creadores de empleo”.
Pero ¿cómo se puede defender esto si los ricos obtienen gran parte de
sus rentas no de su trabajo, sino de los activos que poseen? ¿Y qué
pasa si las grandes riquezas proceden cada vez más de la herencia, y no
de la iniciativa empresarial?
Piketty muestra que estas preguntas no son improductivas. Las
sociedades occidentales anteriores a la Primera Guerra Mundial
efectivamente estaban dominadas por una oligarquía cuya riqueza era
heredada, y su libro argumenta de forma convincente que estamos en plena
vuelta hacia ese estado de cosas.
Por tanto, ¿qué tiene que hacer un conservador ante el temor a que
este diagnóstico pueda ser utilizado para justificar una mayor presión
fiscal sobre los ricos? Podría intentar rebatir a Piketty con argumentos
reales; pero hasta ahora no he visto ningún indicio de ello. Antes
bien, como decía, todo ha consistido en descalificar. (...)
Y la reseña de The Wall Street Journal, como era de esperar, da
el gran salto y de alguna manera se las arregla para enlazar la demanda
de Piketty de que se aplique una fiscalidad progresiva como medio de
limitar la concentración de la riqueza —una solución tan estadounidense
como el pastel de manzana, defendida en su momento no solo por los
economistas de vanguardia, sino también por los políticos
convencionales, hasta, e incluido, Teddy Roosevelt— con los males del
estalinismo. ¿De verdad que esto es lo mejor que puede hacer The Journal? La respuesta, aparentemente, es sí. (...)" (
Paul Krugman
, El País, 4 MAY 2014 )
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