4/9/14

¿Trabajo Garantizado o Renta Básica de Ciudadanía?

"La publicación del artículo “Siete argumentos contra la Renta Básica y a favor del Trabajo Garantizado” generó un caluroso y enriquecedor debate a través de las redes sociales. La popularidad de la que goza la Renta Básica (RB) en nuestro país ha tenido como consecuencia que otras fórmulas similares como el Trabajo Garantizado (TG) prácticamente no se conozcan. Afortunadamente la importante difusión que tuvo el artículo ha permitido que muchas personas hayan escuchado por primera vez algo sobre el TG. (...)

Dicho lo cual procedo a exponer las principales críticas o puntos de enfrentamiento:
  1. En el TG prevalecen principios calvinistas en base a los cuales se considera que el trabajo es un medio para hacerse libre y digno”.
No son ésas las bases para defender el TG. El TG se defiende porque permite que personas con disponibilidad y deseo de trabajar puedan hacerlo. Además, al mismo tiempo que se cumple la voluntad de estas personas se satisfacen muchas necesidades sociales y ecológicas que en la actualidad no están cubiertas. Esto no quiere decir que quien no quiera o pueda trabajar sea indigno o no merezca respeto. Estamos hablando de utilidad, de pragmatismo, no de ética o moralidad. (...)
  1. No hace falta dirigir y controlar las actividades que van a realizar los trabajadores, ya que si los ciudadanos tienen tiempo y financiación (gracias a la RB) ellos mismos se organizarán por iniciativa propia para llevar a cabo actividades en beneficio de la comunidad o de su desarrollo personal. Que papá-Estado se abstenga, que sus hijos saben mejor que nadie qué hacer con sus vidas”.
Vamos a ver, si muchos receptores de la RB llevarían a cabo voluntariamente actividades sociales, ¿por qué no querrían ser pagados por su trabajo, que es lo que hace el TG? En el TG el desempleado que quiere trabajar elige –dentro de unos límites- la actividad que quiere realizar: puede dedicarse a enseñar, a entretener, a divertir, a formar, a los cuidados personales y medioambientales, etc. Parece más lógico remunerar el trabajo que va a realizar que sólo entregarle un ingreso independiente de sus quehaceres.

Además, no todas las actividades del TG tendrían que estar diseñadas y gestionadas por el administrador público, sino que buena parte de ellas estarían organizadas por el sector sin ánimo de lucro.

 La diferencia crucial con el modelo actual es que sería el Estado quien remuneraría a esos nuevos trabajadores, permitiendo la realización de nuevas labores y garantizando condiciones laborales dignas. Allí donde las actividades de las entidades sin ánimo de lucro no llegasen es donde aparecería el diseño y la gestión públicas.  (...)
  1. Mientras no se tenga trabajo no se puede dejar a la gente sin recursos”.
Esta crítica ha sido, sorprendentemente, muy repetida. Pero quienes la han arrojado no deben de haber entendido muy bien cómo funciona el TG. Con el TG todo el mundo tendría derecho a trabajar, no habría desempleo tal y como se conoce hoy día: habría una especie de “pleno empleo”. Si alguien quiere trabajar, el Estado se encarga de darle un empleo remunerado, ya sea gestionado por el sector sin ánimo de lucro o por el sector público. (...)
  1. En nuestras sociedades modernas (y especialmente gracias a las nuevas tecnologías) no queda trabajo por hacer y por eso tantas personas no encuentran empleo. Sobra población activa (personas con disposición a trabajar)”.
Cuidado, sobra población activa porque no hay actividad rentable desde el punto de vista del mercado para emplear a personas. Pero es que hay que distinguir entre rentabilidad económica y rentabilidad social. Al vivir en una sociedad capitalista de tipo mercantil estamos acostumbrados a pensar que sólo puede haber actividad económica si podemos vender los bienes o servicios en el mercado al mejor postor. 

Si no podemos, entonces no se lleva a cabo la actividad. Pero es que hay muchas otras formas de organizar la actividad económica, y un ejemplo es el ámbito público en el cual el mercado no está presente. Con el TG sería igual: se trataría de satisfacer las necesidades de la población y del medio ambiente sin necesidad de obtener frutos en el mercado.

 La remuneración provendría de otro lado, concretamente de las arcas públicas. Y absténgase aquellos que creen erróneamente que estas actividades serían parasitarias del sector privado (les recomiendo este artículo para que abran los ojos).  (...)
  1. El TG tiene muchos costes burocráticos al necesitar una amplia estructura de encargados que diseñen y gestionen los programas de empleo”.
Los enemigos del sector público han tenido mucho éxito al inocular connotaciones negativas en todo lo que no pertenezca al sector privado. Así, los costes burocráticos suenan fatal mientras que los costes de gestión de una empresa no, a pesar de que en esencia son lo mismo.

 Por supuesto que el TG tiene costes de gestión (aunque recuérdese que buena parte de los empleos serían gestionados por el sector sin ánimo de lucro y por lo tanto no habría ningún coste de gestión para el Estado): hay que encargarse de diseñar lo que se va a hacer y cómo hacerlo, plasmarlo en la realidad, y organizar y repartir las responsabilidades. Pero esto es algo que ocurre también en cualquier empresa, y a un nivel muy destacado en las empresas más grandes.  (...)
  1. La RB te concede tiempo libre mientras que el TG no”.
Obviamente la RB libera de cualquier responsabilidad y por lo tanto uno tiene todo el tiempo libre para hacer lo que desee. Pero tener tanto tiempo libre no tiene por qué ser una virtud, sino que puede ser incluso una maldición. En el punto 1 ya se recogían los múltiples beneficios sociales y personales que concede el tener un empleo.

 En ese sentido el tiempo libre que uno deja de disponer porque está trabajando en realidad está siendo invertido en beneficio personal y social, al igual que el receptor de RB lo invertiría en cualquier otra cosa. Además, el TG no implica empleos de jornada larga, sino todo lo contrario. 

La inscripción en un programa de TG permite trabajar pero también disponer de bastante tiempo libre. Recuérdese que también es un objetivo del TG lograr puestos de trabajo con condiciones laborales dignas.
  1. No sólo el TG enfriaría la economía cuando ésta se calentase y al revés (medida contracíclica); la RB también lo podría hacer ya que la cuantía del ingreso se podría actualizar siguiendo el umbral de la pobreza del momento (u otro indicador similar).”
Esto es cierto: las dos propuestas son contracíclicas. Pero no al mismo nivel ni de la misma forma. En el TG la respuesta contracíclica es automática, precisa e inmediata: cuando la economía fuese bien (mayor actividad, mayores ventas, mayores oportunidades de trabajo, mayores salarios, etc) los empresarios del sector privado necesitarían contratar, y acudirían a los trabajadores del TG, reduciéndose por tanto el volumen total de empleados en el TG.

 Cuando la economía se enfriase ocurriría al revés: los empresarios despedirían a algunos trabajadores y estas personas pasarían a formar parte de los programas de empleo del TG. De esta forma nunca habría demasiado dinero circulando para generar muchas tensiones inflacionistas ni muy poco para provocar muchas tensiones deflacionistas. 

Lo importante es tener en cuenta que todo ello ocurriría automáticamente: los trabajadores se acogerían al TG o lo abandonarían en función de sus oportunidades y necesidades, acordes al ciclo económico. No habría nadie decidiendo cuántos empleados tiene que haber en el TG para ajustar su volumen al ritmo de la economía. (...)
  1. El TG reduciría o eliminaría el volumen de desempleados (ejército de reserva) y ello mejoraría el poder negociador de los trabajadores del sector privado, que exigirían salarios más elevados (provocando tensiones inflacionistas)”.
Esto no es cierto; el ejército de reserva no se elimina con el TG, sino que se transforma: en vez de ser un grupo conformado por parados pasaría a ser un grupo conformado por trabajadores con poca remuneración. El TG garantiza empleo a todo ciudadano que desee y pueda trabajar a una remuneración fija, que ha de ser lo suficientemente elevada para asegurar una vida digna y lo suficientemente reducida para que la mayoría de los puestos de trabajo ajenos al TG estén mejor remunerados. 

De esta forma, sólo los empleos con remuneración inferior al TG tendrían que mejorar sus condiciones hasta igualar el nivel del TG o desaparecer. El resto de trabajadores no notarían la diferencia porque no tendría sentido “amenazar” a sus empleadores con irse a un empleo de peor remuneración. (...)
  1. El TG sólo se preocupa del trabajo remunerado, ignorando el trabajo reproductivo o doméstico. Los trabajadores del hogar ya tienen suficiente trabajo en casa, lo que necesitan es que se les pague, no más trabajo”.
Por supuesto que el TG se preocupa del trabajo reproductivo o doméstico, aunque no de todas sus áreas. El trabajo reproductivo está compuesto por el realizado por la madre durante los primeros meses (embarazo, alumbramiento, lactancia) y por el conjunto de atenciones y cuidados necesarios para el sostenimiento de la vida y la supervivencia humana: alimentación, cuidados físicos y sanitarios, educación, formación, relaciones sociales, apoyo afectivo y psicológico, y mantenimiento de los espacios y bienes domésticos.

 El TG no puede hacer nada frente a los cuidados de la madre hacia su hijo durante los primeros meses y tampoco frente a la alimentación y apoyo afectivo. Pero el resto de áreas pueden ser perfectamente cubiertas por los programas del TG: recordemos que el TG emplearía a muchas personas para cubrir necesidades sociales, y entre ellas están los cuidados físicos y sanitarios, la educación, la formación, las relaciones sociales, el apoyo psicológico y el mantenimiento de los espacios y bienes domésticos. (...)
  1. El TG tiene más coste ambiental que la RB”.
Puede ser, aunque es muy difícil comprobarlo de antemano. A favor de la RB hay que apuntar dos puntos importantes: 

a) muchos puestos de trabajo con remuneración inferior o similar al ingreso de la RB desaparecían, y con ellos la actividad económica correspondiente (reduciendo así la presión sobre los recursos y sobre el medio ambiente); 

y b) muchos defensores de la RB abogan por financiarla en parte mediante impuestos que graven las actividades más nocivas con la biosfera, de forma que se lograría reducir en cierto grado esas ocupaciones.

A favor del TG también hay que destacar dos puntos relevantes:

 a) la inmensa mayoría de ocupaciones relativas al TG son poco intensivas en recursos, al estar conformadas mayoritariamente por prestaciones de servicios (educación, ocio, cultura, cuidados, etc) y no por fabricación de bienes; 

y b) buena parte de estas actividades del TG tienen como objetivo reducir el coste medioambiental (fomento del reciclaje de residuos, reforestación, cuidado de la fauna y flora, retirada de desechos, etc). (...)
  1. La RB no genera tensiones inflacionistas porque no hay creación de dinero; simplemente hay una redistribución del mismo (desde los más acaudalados hacia los menos)”.
Los críticos que sostienen esta afirmación no entienden bien cómo opera el fenómeno de la inflación en una economía capitalista. A pesar de lo extendida que está esta creencia, no es necesario que aumente la cantidad de dinero para que se genere inflación (al igual que no es inevitable que aumenten los precios si se incrementa la cantidad de dinero en circulación; para más información leer este artículo).

 Por ejemplo, la inflación podría intensificarse simplemente si los empresarios aumentan los precios de sus productos (ya sea para cubrir incrementos de coste de materias primas –algo que ocurrió en los 70 con el petróleo-, salariales, de distribución, de logística, de financiación… o incluso para aumentar sus márgenes empresariales –véase la electricidad o los carburantes en épocas estivales), y en ninguno de todos estos casos la cantidad de dinero en el sistema se vería alterada.

Algo parecido ocurriría con la aplicación de la RB: sin necesidad de aumentar el dinero en circulación los precios tenderían a incrementarse. Como argumenté en el artículo que generó el debate RB/TG, este fenómeno se produciría tanto por la oferta como por la demanda. 

 Por el lado de la oferta sabemos que muchos empleos y sus correspondientes actividades se perderían, con lo cual se producirían menos bienes y servicios que antes (porque la única manera de producirlos de forma rentable en un marco de competitividad capitalista es pagando salarios inferiores a la renta básica).

 No importa que hoy día en buena parte de los sectores la capacidad utilizada sea inferior a la instalada (en román paladino y simplificando: no importa que en las empresas se usen sólo 4 máquinas de las 5 instaladas porque no venderían todo lo que producirían con las 5 máquinas): resulta que cuando el empresario pierde la posibilidad de emplear de forma rentable, de nada le sirve tener capacidad ociosa (máquinas inutilizadas).

Por el lado de la demanda, la capacidad adquisitiva de las capas inferiores de la población aumentaría. El dinero que antes usaban los más acaudalados para comprar fundamentalmente bienes de lujo se utilizará ahora para comprar bienes y servicios corrientes, que además han visto menguar su cantidad puesta a la venta por el efecto de la oferta mencionado arriba.

 El precio de los bienes y servicios de lujo disminuiría, pero aumentaría el precio de los bienes y servicios básicos (habría más personas que antes queriendo comprar productos que se venden en menor volumen que antes).

En cambio, con el TG la cosa es diferente. En primer lugar, la destrucción de trabajos sería notablemente menor que en el caso de la RB, porque (suponiendo incluso remuneración de TG e ingreso de RB equivalentes) hay menos incentivos a abandonar el puesto de trabajo (con el TG la alternativa no es dejar de trabajar como en la RB sino seguir haciéndolo aunque sea en otra ocupación). 

En segundo lugar, los trabajadores ajenos al TG no ven su renta aumentar como en el caso de la RB, sino que los beneficiarios son menos. En tercer lugar, habría más oferta de bienes y servicios producidos, con lo cual se absorbería buena parte del aumento de demanda producido por el TG. (...)"            (Eduardo Garzón, La Marea, Economía Crítica y Crítica de la Economía, 25/08/2014)

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