"Canadá es un país que tuvo en su día un largo flirteo con la idea del
Guaranteed Annual Income (GAI), o ingreso anual garantizado. Entre 1968
y 1980, se desarrollaron cinco experimentos de campo, dirigidos en
principio a investigar el impacto del GAI en el mercado de trabajo. Una
de esas experiencias se llevó a cabo en la localidad canadiense de
Dauphin (Manitoba).
En esta ciudad agrícola de tamaño medio, entre 1974 y
1979, se implantó el Mincome (Minimum Income).
Cada familia recibía una renta mínima mensual, salvo aquellas que
ingresaban más de 13.000 dólares y tenían dos hijos o menos; las
personas empleadas veían reducido este dinero en medio dólar por cada
dólar ganado con el trabajo, una medida que tenía como objetivo premiar
la búsqueda de empleo.
La cuantía de la prestación era variable, desde
unos testimoniales 100 dólares mensuales a unos 5.800 anuales para los
que carecían de otros ingresos.
Durante décadas, la mayor parte de los
datos obtenidos del experimento Mincome durmieron en el olvido en un
archivo de Winnipeg, hasta que fueron redescubiertos por la socióloga
Evelyn Forget, que elaboró el estudio definitivo sobre el experimento
canadiense, resumido bajo el título The Town With No Poverty: “La ciudad
donde no existía la pobreza”.
Las conclusiones de Forget fueron concluyentes. Entre otros efectos,
en Dauphin descendió la violencia doméstica y el número de accidentes de
coche, así como las hospitalizaciones psiquiátricas. Pero, sobre todo,
el experimento vino a desmentir con rotundidad la principal crítica de
los detractores de la RBC, puesto que se demostró que la motivación para
buscar empleo del principal trabajador de la familia no declinaba.
Sin
embargo, sí hubo un pequeño descenso en la ocupación de los adolescentes
y las madres de niños pequeños, seguramente porque los primeros se
veían liberados de la necesidad de apoyar económicamente a sus familias y
las segundas podían dedicarse a cuidar de sus hijos.
Dauphin era una ciudad de unos pocos miles de habitantes que vivía de
la agricultura, y en la que la mayor parte de sus habitantes estaban
autoempleados, por lo que conocían bien lo que es vivir con la acuciante
incertidumbre del agricultor, que la renta mínima había hecho
desaparecer.
“Mincome ofrecía estabilidad y predictibilidad; las
familias sabían que iban a contar con algún apoyo, con independencia de
lo que le ocurriese a los precios de la agricultura o el tiempo”,
explica Forget en su estudio.
“Sabían que una enfermedad repentina, una
incapacidad o un evento económico imprevisto no sería económicamente
devastador”. El efecto más claro fue la desaparición de esa
incertidumbre inmovilizadora provocada por el miedo a perderlo todo y
que hace estragos entre las clases más desfavorecidas.
Además, gracias a
la renta mínima se confirmó una de las hipótesis del experimento: al
mejorar la salud de la población los costes de este servicio se
redujeron, lo que compensaba la inversión.
Coincidiendo con la crisis de la economía global, a finales de los
años setenta el Gobierno canceló el Mincome, cuyos documentos fueron
almacenados durante décadas por motivos no suficientemente aclarados." (Cive Pérez, Carnet de paro , Attac España, 31/10/16)
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