"El periodista Mariano Sánchez Soler
fue el primero en investigar las cuentas de los Franco en los años
ochenta. En noviembre publica una versión actualizada de su ensayo de
referencia.
Ser el número uno de tu especialidad nunca es fácil, aunque no tener rival siempre ayuda… Cuando el periodista Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) se puso a investigar la fortuna de la familia Franco
en los años ochenta, se topó con dos sorpresas: el entramado era mayor
del que había imaginado y nadie se había molestado antes en
investigarlo, algo extraño tratándose del hombre que más poder había
acumulado en España en el siglo XX.
El 14 de noviembre se publicará una versión actualizada de su ensayo de referencia sobre la red económica de los Franco: 'La familia Franco S.A.'. Hablamos con Sánchez Soler en una cafetería de la estación de Atocha mientras las teles emiten en directo la exhumación del dictador desde el Valle de los Caídos.
PREGUNTA. El tema Franco le persigue...
RESPUESTA. Yo empecé a investigar el asunto en 1988, tras la muerte
de Carmen Polo [esposa de Francisco Franco]. Pepe Oneto me pidió que
hiciera un reportaje sobre la familia Franco…
P. ¿En 'Tiempo'?
R.
Sí. Cuando me puse con el reportaje, me encontré con que no había
material. Ni sobre las empresas, ni sobre los negocios, ni sobre las
propiedades, ni sobre de qué vivía la familia, ni sobre nada relacionado
con la vertiente económica. ¡No había absolutamente nada! Como yo
llevaba el equipo de investigación de 'Tiempo', lo que hicimos fue
investigar: ir al registro de la propiedad inmobiliaria y al registro
mercantil. Una primera cata de propiedades para empezar a reconstruir el
tejido económico de los Franco.
P. ¿Por qué nadie había investigado antes la fortuna de los Franco?
R. Porque se les había dejado en paz. No se había investigado nada.
Lo único que había eran libros de misceláneas: memorias de miembros de
la familia, recuerdos de los médicos de Franco. Ese tipo de libros…
P. Costumbristas…
R.
Exacto. Lo que sí daban esos libros eran muchos nombres. Por ejemplo,
de las fincas familiares. Tirando de esos hilos hice un primer
reportaje. Y luego un segundo y un tercero con más tiempo en el que
pudimos viajar, hablar con más gente, consultar más documentos e ir
localizando la fortuna. A Pepe Oneto le gustaba mucho el tema: íbamos de
portada en portada.
P. Ahí es donde nace el libro.
R.
Sí, cuando tenía escritas 100 páginas se lo ofrecí a Planeta y me lo
compraron. Se publicó en el sello Espejo de España, pero muy limitado.
Me explico: cambiaron el título. Yo quería llamarlo 'Los Franco Sociedad
Anónima', pero la editorial lo título 'Villaverde, fortuna y caída de
la casa Franco'. ¿Por qué? Yo creo que compraron el libro sobre todo
para que no lo sacara nadie más. Entonces corría el rumor de que la hija
de Franco tenía un manuscrito con las memorias secretas del dictador y
Planeta iba detrás de él. En 2003, cuando el libro estaba descatalogado,
saqué una versión actualizada en otra editorial [Oberón] con el título
original.
P. ¿Cómo fue recibido el libro por primera vez?
R.
Tuvo buenas críticas, pero sin demasiado escándalo. No hubo mucho
interés por darle la importancia que tenía dada la ausencia de
investigaciones sobre el tema, al margen de algún artículo de Javier
Otero. De ahí que los historiadores que han tratado luego este asunto,
como Paul Preston o Ángel Viñas, lo citen todo el rato.
P. ¿La falta de investigaciones sobre la fortuna de los Franco está relacionada con los pactos de la Transición?
R. La Transición fue absolutamente permisiva, por ejemplo, con los
funcionarios: todos permanecieron en sus puestos. Se cambiaron de nombre
algunas cosas, sí, pero los poderes económicos permanecieron tal cual:
al margen de modificar ciertas leyes, no se cuestionó gran cosa sobre
las grandes finanzas. En ese contexto, no es raro que no se investigara a
los Franco, en parte también porque no se quería movilizar a la extrema
derecha: Carmen Franco y su marido Cristóbal Martínez-Bordiú, el
Marqués de Villaverde, encabezaron con Blas Piñar las movilizaciones en
la Plaza de Oriente tras la muerte de Franco. Todavía unían a todos los
nostálgicos del régimen.
Así que la política oficial fue: no
tocarles, no cuestionar sus propiedades, su entramado de sociedades
anónimas. Cuando la amnistía fiscal de los ochenta, salieron a flote 21
propiedades de la familia: en la Castellana, áticos de lujo,
aparcamientos, etc. Todas ellas bajo el manto de sociedades que habían
estado presididas por José María Sanchis Sancho [tío del yerno de
Franco] y Luis Gómez Sanz, abogado, notario y otro de los testaferros de
la familia.
Pero insisto en que ni se les toca ni se investiga
nada: ni el dinero que tienen en Suiza, ni las propiedades en Miami, ni
las obras de arte, ni nada relacionado con el dinero.
P. ¿En qué estado ha llegado la fortuna familiar a nuestros días?
R. Primero hay que aclarar una cosa. Habitualmente me hacen la
pregunta equivocada: ¿A cuánto ascendió la herencia de Franco? Esa no es
la cuestión. Lo gordo eran las propiedades acumuladas durante la
dictadura. Carmen Franco [hija del dictador] y el marqués de Villaverde
manejaban todo el capital familiar… aunque ellos no aparecieran en los
consejos de administración de las empresas.
Según se iban muriendo los
testaferros, fueron apareciendo sus nombres (y los de sus hijos) al
frente de las sociedades anónimas.
Pero lo único que se llevaron
oficialmente los nietos de la herencia del dictador fueron dos millones
de pesetas por cabeza provenientes de sus sueldos como capitán general y
jefe del Estado, de los que Franco no había gastado nada en vida,
claro. Pero todas las propiedades generadas durante la dictadura ya
estaban entonces en manos de la hija vía el secretario/testaferro
Sanchis Sancho, secretario de Franco.
Llegada la democracia, Carmen
Franco y el marqués de Villaverde comienzan a mover y vender alguna de
esas propiedades, como el Canto del Pico. Al morir Carmen Franco, las propiedades pasaron a sus hijos, aunque ya antes el que controlaba los negocios familiares era Francis Franco.
P.
El mito de la austeridad de Franco —que surge del clásico carácter
espartano castrense— se usó para hablar de un dictador austero más
ocupado en trabajar —hay una lucecita en el Pardo que nunca se apaga—
que en meter mano a la caja o pegarse la vida padre. Al mismo tiempo,
cuando los casos de corrupción afloraron durante el tardofranquismo, en
parte por las luchas de poder dentro del régimen, se excusó a Franco
diciendo que la culpa era de su yerno, el marqués de Villaverde. ¿Franco
no sabía nada?
R. Franco no solo permitió que su entorno
se enriqueciera, sino que le pareció muy bien. Está documentado: el
dictador dejó que todos sus colaboradores se forraran. Su política fue
muy sencilla: mientras a mis colaboradores les vayan bien los asuntos
del bolsillo, no conspirarán contra mí. A su hermano [Nicolás Franco] y a
su yerno les dejó hacer lo que les dio la gana, y si había algún
conflicto con el reparto de dinero, Franco intervenía y cortaba por lo
sano para que los escándalos no implicaran a su familia.
Vamos a
ver: al inicio de la Guerra Civil, Franco no tenía ni una sola
propiedad. El 'boom' económico de los Franco se produce sobre todo a
partir del desarrollismo y del plan de estabilización económica,
organizado por los ministros profesionales del Opus, cuando se
liberalizó la economía. Ahí es cuando crece el entramado económico
organizado alrededor del Pardo. El único objetivo de Franco era
conservar el poder y que a su familia no le faltara de nada. No es que
el dictador hiciera la vista gorda, es que permitió todos los negocios,
también los directamente corruptos.
El libro de Sánchez Soler viaja de lo particular a lo general para
entender el origen de la familia Franco. De las pillerías costumbristas a
la fusión entre lo público y lo privado que le hizo un agujero al
Estado… por el que acabó cayéndole el dinero a la familia Franco.
Mariola Martínez-Bordiú,
nieta del dictador, se casó en 1974. ¿Quién pagó su viaje de bodas? El
Estado. Lo que no se supo hasta muchos años después, cuando afloraron
las deudas de Viajes Marsans, dependiente entonces del Instituto
Nacional de Empresa (INI). Cristóbal Martínez-Bordiú, marqués de
Villaverde, conocido como el yernísimo, llegó a formar parte de los
consejos de administración de 26 empresas y a acumular ocho cargos
médicos a la vez. Con gran desparpajo. Un personaje, por tanto, 100%
berlanguiano. "Villaverde no necesitaba disimular porque era el yerno de
Franco", aclara Sánchez Soler.
Pilar Franco,
hermana del dictador, vivía de las 190 pesetas mensuales de su pensión
de viudedad. Con ese precario capital logró comprar una residencia, diez
pisos y una finca durante el mandato de su hermano. En el libro,
Sánchez Soler cifra en medio centenar las empresas y sociedades anónimas
"relacionadas, apadrinadas o presididas" por los miembros de la familia
a la muerte de Franco. Hablamos de grandes empresas españolas cuyo
capital social superaba entonces los 100.000 millones de pesetas [7000
millones de euros al cambio actual].
P. En el libro habla
de corrupción estructural debido a la confusión entre lo público y lo
privado del régimen. Entre 1961 y 1974, el 77% de los ministros y
antiguos ministros del franquismo ocupaban cargos en los consejos de
administración de las grandes empresas públicas y privadas del país: de
los 83 ministros vivos, 64 habían pasado por la puerta giratoria;
algunos de ellos, por cierto, siendo todavía ministros.
R. Ahora se habla mucho de las puertas giratorias, pero es que eso ha
existido siempre. Los ministros de Franco eran captados por sus
industrias respectivas. Estaba todo mezclado: lo público y lo privado.
No había mucha diferencia. Era un sistema mixto: en un banco público
podía haber consejeros privados y viceversa. El capitalismo español se
desarrolló así, bajo una dictadura, fue su singularidad, también la base
para la extensión de la corrupción. Un sector de la cúpula franquista
vio una oportunidad increíble para hacer negocios. Los avispados.
P.
La relación de la democracia con la familia Franco es contradictoria.
Fueron repudiados por el sector social dominante, pero no se les
investigó y pudieron seguir con sus negocios de manera discreta. También
se convirtieron en carne costumbrista para la prensa rosa. ¿Cómo se
come todo esto?
R. Los tres nietos mayores pasaron de
ser dioses —vivían en un palacio y eran agasajados por los nobles y
ricos— al ostracismo. Fueron relegados hasta por la parte de los suyos
que más rápidamente se adaptó a la democracia. Pero eso solo quería
decir que se había acabado la parafernalia y el Palacio de El Pardo, que
venían los nuevos tiempos y que tocaba cambiar de chaqueta.
Pero
nadie les molestó respecto a lo más importante: su fortuna permaneció
intacta y siguieron comprando y vendiendo lo que les dio la gana. Han
tenido que pasar cuarenta años y una generación para que se empiece a
cuestionar el origen dudoso de sus propiedades. Uno de los problemas de
fondo de la Transición es que los Franco no eran un hecho aislado, sino
el mascarón de proa de un sistema y una forma de hacer negocios." (Entrevista al periodista Mariano Sánchez Soler, Carlos Prieto, 26/10/19)
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