"¿Cómo operan los grupos de extrema derecha en internet y las redes
sociales? ¿Qué es lo que están buscando sus miembros? ¿Cómo entender los
constantes discursos de odio? En esta entrevista Julia Ebner,
investigadora de extremismo en el Instituto para el Diálogo Estratégico
en Londres, analiza la actividad virtual de los derechistas radicales.
Usted ha investigado de manera encubierta a varios grupos
extremistas con presencia online. ¿Cómo se hace concretamente una
investigación así?
En los últimos años se han realizado muchos análisis sobre el
extremismo en internet. En particular, se analizó el cambio de lenguaje
en grupos extremistas y se examinó el alcance de las campañas y sus
grupos destinatarios. Sin embargo, me pareció que faltaba llegar a los
seres humanos. Quería comprender mejor los procesos sociales dentro de
los grupos extremistas. Es por eso que durante dos años desarrollé
diferentes identidades en internet para pasar por distintos procesos de
reclutamiento y acceder a los grupos. En algunos casos, también conocí a
los miembros de estos grupos offline.
¿Cómo funcionan el reclutamiento y la construcción de grupos tan radicales?
Los grupos de extrema derecha son los que más recurren a Discord, una
aplicación común [gratuita y diseñada para comunidades de videojuegos],
para reclutar gente. Muchos de estos grupos primero verifican los
antecedentes en las cuentas de redes sociales que cada persona
especifica en la solicitud. En algunos casos, también elaboran
cuestionarios sobre postura ideológica, opiniones políticas o visión
cultural. En otros grupos, la religión juega un papel importante.
A
esto, con frecuencia, le siguen chats de voz o entrevistas. De esa
manera se pretende evitar que se inmiscuyan periodistas o agentes de
seguridad. Los procesos de reclutamiento se han refinado enormemente
tras la marcha de la extrema derecha en Charlottesville en 2017. Por
ejemplo, un grupo neonazi de Estados Unidos me pidió que posteara una
foto de mi muñeca, con el logotipo del grupo y la fecha, para demostrar
que soy blanca. A veces también quieren ver pruebas genéticas para
confirmar la ascendencia.
¿Mantuvo la identidad falsa cuando se reunió con miembros individuales?
Al principio no era mi objetivo encontrarme también offline. Por eso, por ejemplo, en mi foto de perfil era rubia. Compré una peluca rubia más tarde. También hubo reuniones offline
como parte del proceso de aceptación del movimiento identitario. Tuve
que encontrarme con un identitario austríaco en Viena. Después tuve una
conversación por Skype con el jefe del movimiento en Escocia, que estuvo
involucrado en la creación de la nueva rama británica e irlandesa.
Luego fui invitada a una reunión inicial de esta unidad
británico-irlandesa en Londres.
Se desarrolló entonces una dinámica propia. Cuando usted
repasa esta secuencia: ¿qué ofrecen estos grupos a sus miembros? ¿Qué
personas son particularmente receptivas a los contenidos de estos
grupos?
Lo triste, en verdad, fue que muchos de los nuevos miembros en los
grupos estaban más bien buscando amor, amistad, camaradería e identidad.
Una buena parte de ellos estaba pasando por una crisis personal. Esto
quedó muy claro, por ejemplo, en el “grupo misógino”, donde muchos
provenían de relaciones fallidas y sentían que no eran amados. En última
instancia, se trata de reemplazar la familia o el círculo de amigos.
Eso es exactamente lo que ofrecen estos grupos. Es por eso que el perfil
de susceptibilidad es muy diverso. Se postulan personas de diferentes
grupos etarios, niveles educativos o situaciones socioeconómicas.
Estas personas tienen algo en común: todas se ven en la necesidad de
luchar con una crisis de identidad. En tal estado, todos son
susceptibles a la radicalización. En los grupos, la frustración
individual se eleva a un nivel colectivo y se le ofrece una explicación.
Tiene lugar un proceso de socialización al que están, en verdad,
subordinados la radicalización y el adoctrinamiento ideológico. Dentro
del grupo, se desarrolla un vocabulario propio y chistes propios que
hacen que todo parezca a veces menos serio. Pero finalmente se define
siempre un grupo claro de enemigos y se propaga una ideología extrema.
¿También se ha identificado como mujer en estos grupos misóginos y, por lo tanto, ha adoptado en ellos una identidad femenina?
Depende de cada caso. Me he creado una cuenta especialmente en grupos
de mujeres misóginas. Eso fue muy emocionante, porque fue un tipo
completamente diferente de radicalización la que encontré aquí: un grupo
en el que el odio se dirige no contra un grupo ajeno sino contra sí
mismo. A través de mi cuenta masculina, me sumergí también en el lado
masculino de esta esfera de opinión. Pero mi interés principal han sido
las mujeres misóginas, ya que nunca antes me había encontrado con algo
así.
Este grupo tampoco está muy presente en los medios de comunicación.
Exacto. Pero fue interesante, porque en ciertos grupos una es
aceptada como mujer incluso con los brazos abiertos. Por ejemplo, en el
Movimiento Identitario o en algunos grupos estadounidenses de extrema
derecha. Pusieron mucho énfasis en tener mujeres en los primeros
puestos, porque eso le da al grupo una imagen de mayor legitimidad e
inocuidad. Pero en otros grupos, ser mujer fue un obstáculo que tuve que
superar para que me aceptaran. Ese fue el caso del grupo neonazi de
Estados Unidos, donde tuve que mostrar resultados de mi examen genético.
¿Qué papel juegan las teorías conspirativas dentro de estos
grupos? Vistas desde afuera, estas teorías suenan a menudo muy abstrusas
y uno se pregunta cómo alguien puede adherirse seriamente a ellas.
En algunos casos se reclutan específicamente teóricos de la
conspiración, o bien personas que, según los estudios, tienen mentalidad
conspirativa. Por otro lado, las teorías conspirativas también pueden
transmitirse como un proceso sutilmente progresivo. Llaman a esto redpilling, en referencia a la película Matrix,
donde el componente ideológico es agregado paso a paso. El mejor
ejemplo de una teoría conspirativa que genera odio hacia un grupo
enemigo es la dirigida contra la elite judía mundial. De esta manera, al
miedo personal se le asocia una foto del culpable.
En la mayor parte de
los casos son temores relacionados con la migración, la violencia
sexual, el descenso social o los ataques terroristas. La teoría
conspirativa proporciona una explicación fácil y una imagen sencilla del
enemigo. Si bien la teoría conspirativa del judío que controla en
secreto el mundo entero es muy antigua, esa teoría es vinculada a
acontecimientos políticos actuales y a nuevas dinámicas y procesos
sociales.
Ahora, si bien suelen defenderse posiciones muy extremas, en
última instancia son inofensivas porque el grupo no sale de la red. ¿Es
realmente posible distinguir desde afuera en estas plataformas las
tendencias peligrosas de las interacciones más bien inofensivas?
El problema es que muchas de estas teorías conspirativas e ideologías
pertinentes propagan una especie de amenaza existencial. Las visiones a
veces apocalípticas pueden llevar a determinados individuos a dejar de
creer en soluciones políticas o metapolíticas. Esto puede promover en
gran medida la disposición a usar la violencia. Una guerra racial,
cultural o religiosa es entonces la única forma lógica de autodefensa.
Esto puede inspirar rápidamente a tales terroristas, tal como lo vimos
en Christchurch, Nueva Zelanda, pero también en Estados Unidos e incluso
en Halle.
¿Funcionan internet y las redes sociales como catalizadores?
La rápida comunicación en red y la veloz radicalización son difíciles de
imaginar fuera del espacio digital.
“Catalizador” es el término correcto, porque las dinámicas que he observado online
no se diferencian mucho de los procesos de radicalización usuales en
las redes fuera de internet. Sin embargo, lo nuevo es la forma en que
los grupos se conectan en red y se movilizan internacionalmente. Hoy en
día, los grupos marginales pueden hacerse oír mucho más y reclutar
miembros más allá de los grupos destinatarios tradicionales.
Dado que
hay diferentes subculturas en cada país, pueden adaptar específicamente
su comunicación y su propaganda. Además, los algoritmos y la
infraestructura de la mayoría de las plataformas tecnológicas juegan a
su favor. Especialmente en los algoritmos de recomendación, suelen tener
preeminencia los contenidos radicales, por lo que uno va a parar
rápidamente a cámaras de eco extremistas sin tener necesariamente una
tendencia política o ideológica previa.
¿Se pueden diferenciar ciertas dinámicas individuales entre
los distintos grupos radicales? Hemos hablado principalmente de grupos
de derecha, ¿qué pasa con los grupos islamistas?
En los últimos años han sido mucho más combatidos en internet los
grupos islamistas, o al menos su propaganda. Existe la Coalición Global
Contra Estado Islámico, una cooperación internacional que trabaja
principalmente contra la propaganda del EI. O la fusión de las cuatro
principales plataformas tecnológicas, Microsoft, Google, Facebook y
Twitter, que trabajaron para que se eliminen vídeos propagandísticos lo
más rápido posible y evitar que se vuelvan a cargar en sus páginas.
Eso
afectó aproximadamente en un 90% a la propaganda islamista y no estaba
orientado al extremismo de derecha. En consecuencia, los grupos
extremistas de derecha han podido trabajar mucho más tiempo sin ser
observados por las autoridades y las empresas tecnológicas, y han podido
construir su red. Además, los grupos de derecha actuales trabajan más
con la sátira y explotan áreas grises, valiéndose del rebranding de símbolos y usando un vocabulario que difiere del de los grupos neonazis tradicionales.
Dicen que las compañías tecnológicas están tratando de
detener la radicalización en sus páginas. A menudo, sin embargo, también
son objeto de críticas, acusadas de eliminar contenido de odio con poco
entusiasmo. ¿Qué opina usted? ¿Las empresas tecnológicas están haciendo
lo suficiente?
Diría que en la mayoría de los casos les importa su reputación. Se
nota por el hecho de que son más bien reactivas en sus acciones.
Teóricamente, tendrían que cambiar todo su modelo de negocio. Los
algoritmos también reflejan muy fuertemente la psique humana, y por
desgracia nuestra atención repara precisamente en el contenido
extremista. Antes nos gustaba ver peleas de gladiadores y aún hoy la
violencia atrae nuestra atención. Por lo tanto, se necesitaría un
enfoque más humano o un cambio completo en los algoritmos y modelos de
negocio de estas empresas.
En cualquier caso, la política puede ejercer
cierta presión sobre la eliminación de contenidos violentos en la red.
Esto debería hacerse no solo en las plataformas grandes, sino también en
las plataformas más pequeñas, en su mayoría mucho más extremistas, a
veces ultraidentitarias, que se han convertido en verdaderos focos de
extremismo. Algunas de ellas están aisladas por completo y permiten que
surjan cámaras de eco extremistas en las que se insta al uso de
violencia. Aquí la política podría intervenir mucho más.
¿Qué tan bien preparadas están las agencias de seguridad
cuando se trata de identificar y monitorear en la red a estos actores
radicalizados?
Es necesario ponerse al día. Especialmente después de Christchurch,
se notó que el enfoque y los recursos después del 11 de septiembre
estaban demasiado puestos en el terrorismo (islamista). Las redes de
derecha en internet casi no eran observadas. Se omitió entender mejor
toda esta subcultura, para finalmente poder clasificarla adecuadamente.
¿Qué es potencialmente amenazante para la democracia? ¿Qué puede
convertirse en violencia? ¿Qué es en realidad solo trolling? En
este momento, las autoridades no tienen, ni en Alemania ni en el ámbito
internacional, el panorama completo, en términos de grupos online de extrema derecha. Del lado islamista, por el contrario, estamos mucho mejor protegidos.
¿Qué pasa con los grupos de extrema izquierda?
Durante mi investigación, si bien busqué en todas las direcciones
ideológicas, traté de reflejar las redes con mayor influencia y que son
la mayor amenaza para la democracia y la sociedad. Noté que,
precisamente en la extrema derecha, el foco estaba puesto en la
disciplina y el orden.
Los grupos de extrema derecha están más
coordinados y tienen una red más grande que presenta estructuras
militares y, por lo tanto, opera de manera mucho más efectiva en el
espacio online. Esto se aplica al reclutamiento, la
comunicación y las redes internacionales. En el lado de la izquierda, no
noté esta coordinación ni tampoco noté tanto foco en la disciplina y el
orden.
Por otro lado, también hay una fuerte diferencia ideológica. Tanto en
los grupos islamistas como en los de extrema derecha existe un
desarrollo muy fuerte del odio contra un grupo extraño, principalmente
contra un grupo minoritario. Esto no se da ideológicamente en la
izquierda. Allí hay más bien una movilización en respuesta al extremismo
de derecha. Especialmente como reacción a Charlottesville, hubo también
grupos militantes que querían vengarse. Pero fue solo reactivo y no
odio contra un grupo humano enemigo.
La excepción es el
antiautoritarismo y la movilización anti-Estado de los extremistas de
izquierda. Pero en el plano táctico, no son tan refinados ni
militarmente organizados como los grupos de derecha. A menudo me dicen
que tengo ceguera en el ojo izquierdo, pero cuando se miran
objetivamente las diferentes redes, no hay nada comparable a los
extremistas de derecha.
Volvamos a su propio rol. Usted ha escrito un libro basado en
su investigación de grupos extremistas en línea. ¿Estaría usted en
peligro si hace una aparición pública ahora? ¿Hay, por ejemplo,
amenazas?
Hay mucha tranquilidad en este momento. He recibido bastantes
amenazas en el pasado y me he preparado para amenazas o campañas de odio
después del lanzamiento de este libro. Para mí era importante
comprender qué impulsa a las personas a integrar estos círculos y cómo
sacarlas de ellos nuevamente. He hecho un gran esfuerzo para no revelar
la identidad de los extremistas no públicos, así que espero que, a
cambio, se me trate humanamente. He visto el costado humano incluso de
los radicales más extremos y siento que estos conocimientos podrían
usarse como punto de partida para los programas de desradicalización en
el espacio online.
Imagino que debe ser difícil lidiar con posiciones
radicalizadas y campañas de odio durante muchas horas y aun así lograr
tener en cuenta el costado humano.
Es una mezcla. Por supuesto, sentía rechazo ante las bromas racistas o
las ideologías con teorías conspirativas que me hubiera gustado refutar
de inmediato. Pero, por otro lado, una se da cuenta de que hay mucha
motivación humana en este proceso de radicalización y que comienza en
muchos casos con la búsqueda de amor o reconocimiento. A veces sentía
una gran compasión, especialmente por los miembros jóvenes."
(Claudia Detsch , CTXT, 18/12/19. Este artículo se publicó en Nueva Sociedad, traducido del IPG Journal.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario