15/11/10

"Los ciudadanos me llaman al móvil a cualquier hora"

"Jigme Thinley, traje de corte perfecto, botines lustrosos, es un hombre feliz y un primer ministro único. Encabezó el Gobierno cuando Bután aún era un reino y lo dirige ahora que es la democracia más joven del mundo.

Su trabajo es distinto. "Antes rendía cuentas directamente al rey, que siempre ha sido más servidor que gobernante. Ahora la gente [700.000 habitantes] es más crítica con mis acciones, perdona menos, tiene más expectativas".

Los ciudadanos de este pequeño país encajonado entre China e India no le paran por la calle. ¡Le telefonean al móvil! "Mi número es público. Me llaman a cualquier hora y estoy obligado a responder, como todos los ministros. Es nuestra responsabilidad". Dice que no todas las peticiones son razonables. Recuerda la de aquel que tenía problemas con la ley. "Creía que yo podía arreglarlo, pero no puedo". (...)

Felicidad en butanés se dice gakí, con acento en la i. Un concepto esencial en este país cuyas autoridades han logrado que les presten atención -más aun, que les tomen en serio- cuando defienden por todo el mundo que la felicidad interior bruta (FIB), que calcula cuán felices son los ciudadanos, mide mejor el progreso que el clásico PIB, que indica si la economía crece o cae. Aunque el 97% de los butaneses se declaró en 2008 feliz o muy feliz, asegura convencido que hay margen para mejorar. La clave de todo esto no es el budismo, es "ser humano".

El primer ministro cree que es más feliz que sus padres. "Porque las condiciones de vida han mejorado mucho desde que, en 1961, decidimos abrir las puertas al resto del mundo, salir de nuestro aislamiento deliberado.

Entonces se empezó a construir la primera carretera". ¿Y comparado con sus hijos? "Me gustaría que fueran tan felices como somos mi mujer y yo". Y que sintieran que su familia siempre está a mano.

Este orgulloso abuelo de dos nietas y un nieto destaca que la familia extensa, la de relaciones estrechas con abuelos, tíos, primos, etcétera, es una de las fortalezas de muchas sociedades tradicionales.

Bután prefiere "esta red natural de apoyo social y económico a los artificiales sistemas de bienestar gestionados por los Gobiernos, sistemas que antes o después colapsarán".

Por eso combaten la nuclearización familiar. Bután se prepara para medir la felicidad nacional por segunda vez. Ha reclutado a investigadores extranjeros para lograr un sistema de medición "más sencillo, más práctico, más fiable y más preciso". (JIGME THINLEY: "Los ciudadanos me llaman al móvil a cualquier hora". El País, 10/11/2010, última)

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