15/5/14

Las nuevas tecnologías permiten al trabajo entrar en aquellos ámbitos más íntimos donde antes no podía hacerlo, alteran los ritmos vitales, alisando el espacio de la explotación

"La vida es el trabajo y las necesidades de la empresa absorben cualquier proyecto personal. Siempre pendiente, siempre disponible y siempre priorizando las exigencias de los resultados empresariales por encima de cualquier contrato.

 Así define el sociólogo Jorge Moruno la realidad laboral de nuestros días: “Las personas somos hoy productos y marcas de nuestra propia fuerza de trabajo”. Jorge Moruno ha combinado la investigación en las transformaciones del trabajo con la práctica laboral, donde –entre otras cosas- ha sido teleoperador, informador turístico, reponedor, administrativo. O parado.(...)

 El salto cualitativo lo tenemos cuando la empresa se convierte hoy como la principal comunidad de sentido en nuestras vidas. El consumo y la reproducción social se confunden directamente con la propia producción en el plano de la empresa-mundo, en la sociedad fábrica. 

Actualizar los recursos y capacidades sociales, emocionales y comunicativos resulta ser junto con la extrema precariedad, las bases de la empleabilidad cuando el empleo no se garantiza y tenerlo no garantiza nada. (...)

En nuestro caso actual cuando se deshilachan los vínculos construidos y posados, tras siglos de movimiento obrero a lo largo de la gestación de la sociedad salarial, se ofrece como sustituto a al pánico existencial una solución que cuaja con el espíritu del éxito propio del individualismo posesivo. 

Solo hace falta acercarse a una estación de tren para observar cómo convergen toda la batería de libros de autoayuda junto con otros que te dan la receta del éxito, te ayudan a evitar a la gente tóxica, a controlar las emociones, a invertir en bolsa o panfletos que idolatran al llamado libre mercado. 

Cuando el dolor y las preguntas se viven en solitario y se elimina la dimensión social y la posibilidad colectiva del cambio, únicamente queda tu persona, tu pasado, tus debilidades y tus miedos como causa explicativa y como vía para conseguir salir del pozo. (...)

Cuando tu vida es el trabajo, el trabajo y las necesidades de la empresa absorben cualquier fijación temporal que pueda separar a una de la otra. Siempre pendiente, siempre disponible, siempre priorizando las exigencias de los resultados empresariales por encima de cualquier contrato.

 La propia actividad del trabajo se convierte de esta forma en “su vida misma”, y ya no el medio con el que poder disfrutarla a pesar de tener que trabajar. Ya no solo importa lo que sepas hacer, influye y mucho lo que seas capaz de ser.  (...)

Cuando todo el espacio cultural y comunitario se ve envuelto por la forma que tiene la relación empresarial, deja de existir un tiempo separado entre la vida y el trabajo, entre tus inquietudes como persona y los objetivos de la empresa. “Ser tu propio jefe”, sea uno autónomo o asalariado.

P -¿Qué papel desempeñan en los nuevos modos de trabajo y vida las nuevas tecnologías/redes sociales?

Los dispositivos tecnológicos y en especial el móvil se convierten en la nueva cadena de montaje, una cadena móvil que te conecta con el trabajo las 24 horas al día y te sitúa siempre en una posible oficina. Un pedazo de capital fijo que pertenece al propio trabajador, que lleva consigo casi como un apéndice de su cuerpo. Forman parte de la base material de un determinado modo de producir. 

Las nuevas tecnologías permiten al trabajo entrar en aquellos ámbitos más íntimos donde antes no podía hacerlo, alteran los ritmos vitales y las distintas velocidades de cada vivencia alisando el espacio de la explotación. Las nuevas tecnologías tienen un fuerte impacto en las relaciones personales y afectivas, incluso en las sexuales donde las exigencias del trabajo y el estrés anulan aquello que Virginia Woolf entendía como un cuarto propio. 

No queda espacio autónomo libre de la posible interrupción de la heteronomía acelerada que impone la competitividad empresarial. Las piezas somos nosotros y nosotras, la cadena de montaje es la ciudad. Al mismo tiempo, las tecnologías que no son categorías económicas, pueden tener usos distintos como herramientas que permiten la organización del trabajo conectado en contra del mando capitalista. (...)

P -Taylorismo, Fordismo, Toyotismo. ¿Qué significan estas palabras? ¿Tienen vigencia hoy? Si han caído en desuso, ¿piensas que hay alguna que las sustituya para designar la organización del trabajo en el presente?

Representan distintas formas de entender la organización del trabajo. El Taylorismo pone el acento en la parcelación del proceso de trabajo buscando realizar el máximo de tareas en el menor tiempo posible. Ford se apoyó en esta lógica y le sumo la cadena de montaje y la estandarización de las piezas, luego finalmente el Estado llevó el Fordismo y la racionalización del trabajo a un nivel superior de organización social. 

El Toyotismo invierte el trabajo en serie poniendo a los trabajadores a participar en la innovación del propio proceso laboral, en la búsqueda de diversificar la oferta. Creo que todas pueden estar presentes en la actualidad. Si por algo se define la postmodernidad es por presentarse como una ensalada de la historia, regida por una pauta cultural que acerca como nunca antes a la ideología, la semiótica y la producción material. (...)

El foco, considero que debe ponerse en la búsqueda de seguridad material en los ingresos y derechos que no vengan determinados por tener un empleo.

Avanzar hacia una sociedad donde todos trabajen pero cada vez menos. Donde la flexibilidad no sea sinónimo de precariedad y el tiempo no esté sometido a las necesidades de maximizar beneficios y pagar la deuda. 

Asumir un cambio en la composición del trabajo y de los y las trabajadoras y buscar criterios de ciudadanía y bienestar acorde a una realidad donde el trabajo excede los marcos que tenía el empleo para integrar y producir.

P -A pesar de todo, ¿Consideras que el trabajo continúa siendo el factor clave de integración en la vida social, que hay un hilo que une al siervo medieval, al campesino de la historia moderna, al obrero de fábrica y al precario del siglo XXI?

El trabajo sigue cumpliendo formalmente el mismo papel que tenía anteriormente, pero materialmente eso es cada vez menos real. De ahí que en este sentido también podemos hablar de crisis constitucional y de una brecha abierta entre el baremo oficial que mide la riqueza producida a través del empleo y una realidad donde eso tiende a ser cada vez menos efectivo.  (...)

El emprendedor no es una figura nueva, en todo caso se utiliza hoy de manera novedosa como instrumento para explicar y construir un relato desde arriba a la crisis de la sociedad salarial. Aunque quizás más que de emprendedores, se debería hablar de emprendeudores, pues todas y todos estamos obligados a pensar como empresarios, a vivir como proletarios en una condena interminable que nos endeuda con quienes nos lo deben todo."                  (Entrevista al sociólogo Jorge Moruno, Enric Llopis, Rebelión, 18/04/2014)

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