"(...) El cooperativismo de plataforma (como se traduce al español) propone
una economía colaborativa que combina lo mejor de las plataformas con
los principios cooperativos internacionales.
Esto es, con la idea de
propiedad compartida, la puesta en marcha de nuevos modelos de
gobernanza, la participación del ciudadano-productor de valor en la toma
de decisiones en principios de igualdad (frente al control exclusivo
del inversor) y con el reparto de los beneficios entre los usuarios.
Ejemplos ya existen.
Fairmondo es una cooperativa alemana con 2.000 socios que pretende
convertirse en la alternativa de eBay –los vendedores son
co-propietarios de la organización.
Mientras, los fotógrafos canadienses
de Stocksy han constituido el equivalente a una cooperativa de trabajo
que les permite decidir cómo se gestiona la empresa y obtener más
beneficios por foto vendida a través de internet.
Por otro lado, los
conductores son dueños del 50% de Juno, la alternativa a los servicios
para compartir trayectos en coche. Y hasta tenemos un caso en España:
Goteo, la alternativa cooperativa a las plataformas de crowdfunding.
Todas ellas proponen un modelo de plataforma más distribuida en lo que
se refiere a la propiedad, los beneficios y la responsabilidad. Nos guste o no, la economía colaborativa entra en su fase de
desarrollo y consolidación con un acuciado maniqueísmo. Una tendencia
que podría incluso ser arriesgada para el sector si se acaba
distinguiendo entre grandes proyectos que triunfan e iniciativas con
valores pero que son incapaces de escalar.
Ya les pasó a las
cooperativas y a las otras economías, como la social y solidaria, aunque
siempre hay matices: en este caso, el Platform Coop (o como decidamos
llamarlo) juega con la ventaja de tener un aspecto fresco, moderno y
digital que las alternativas tradicionales nunca han tenido.
Así pues, esta nueva propuesta plantea dudas sobre los niveles de
participación que el sector cooperativo ha tardado en cuestionar y
fórmulas para involucrarse en la gestión y la toma de decisiones que las
empresas más sociales, en muchos casos por falta de recursos, no podían
ni imaginar.
Me refiero con esto a retos como la revisión de los
modelos de membresía para integrar a todos los agentes involucrados en
la organización (trabajadores, usuarios, beneficiarios…) o, por ejemplo,
a la creación de mecanismos de voto online.
Al mismo tiempo, invita a
reflexionar sobre en qué medida la extrapolación de los principios
cooperativos se daría en todos los sentidos, creando empresas con un
marcado compromiso con las personas, el medio ambiente, la independencia
o la formación de sus miembros.
Como patito o como cisne, o simplemente como ambos a la vez, la
economía colaborativa evoluciona y se consolida. Estoy deseando
descubrir en qué se convertirá cuando sea mayor." (Isabel Benítez , El salmón contracorriente, 17 de junio de 2016)
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