"¿Son el Real Madrid y el Barcelona sólo clubes de fútbol o más bien se
trata de franquicias deportivas? Sobre el papel, en su día no se
convirtieron en sociedades anónimas, pero en la práctica operan igual
que multinacionales del entretenimiento.
En 2008 los ocho clubes
españoles que compitieron en la Copa de Europa (Champions League)
contaban, desde cuatro años antes, con plataforma en Internet, seis de
ellos con servicios de televisión y la mayoría con emisoras de radio.
Tienden, además, a fichar futbolistas que rebrillan por su “marca” en el
mercado global.
Cuando el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez,
cerró el fichaje del brasileño Kaká, fue una de las primeras ideas que
destacó: la contratación del “astro” brasileño había permitido la firma
de nuevos acuerdos de publicidad y patrocinio.
Durante la última década
se multiplicó por diez el dinero pagado por las multinacionales para
esponsorizar clubes de las grandes ligas europeas. “También nos roban el
fútbol”, titulan Ángel Cappa y María Cappa el libro recientemente
publicado en la colección A Fondo de la editorial Akal.
Adidas ha llegado a pagarles en un año 38 millones de euros al Real
Madrid y otros 27 millones al Bayern Munich en calidad de espónsor. No
parece que malbaraten los capitales: el millón de zamarras vendidas con
la “marca” Cristiano Ronaldo en la temporada 2013-2014 superaron en 80
millones de euros lo que costó el fichaje del futbolista.
A los dos días
de anunciar el club merengue la adquisición de James Rodríguez, se
vendieron 300.000 camisetas con su nombre. Pero el negocio tiene su
reverso, detallan los autores del libro de 270 páginas que aborda la
mercantilización y “robo” del balompié a sus aficionados desde múltiples
puntos de vista.
Según afirmaciones del ministro de Desarrollo de
Alemania (recogidas en el ensayo a dos voces), la camiseta oficial de la
selección germana costaba 85 euros en 2014, de los que 37,4 se quedaban
en las tiendas oficiales, otros 13,5 euros en impuestos (en concepto de
IVA), mientras que 16,2 euros retornaban a la empresa proveedora (en
este caso Adidas); el resto del capital se distribuía entre fabricantes,
intermediarios, la federación alemana de fútbol, gastos de marketing,
distribución y otras partidas.
A las obreras del zurcido se les remuneró
con 15 céntimos por camiseta. Pero la compraventa de las elásticas
configura sólo una parte del entramado mercantil que rodea a este
deporte adjetivado como “rey”. Incluso el nuevo presidente de Estados
Unidos, Donald Trump, planteó en 2015 la compra a través de su consorcio
empresarial de un club de fútbol, el Atlético Nacional de Colombia, por
100 millones de dólares.
Ángel Cappa es entrenador de fútbol y
ha trabajado en clubes como el Real Madrid, el Tenerife y los argentinos
River Plate y Rácing de Avellaneda. Además ha publicado cuatro libros
sobre balompié: “Fútbol sin trampa: en conversaciones con César
Menotti”, “La intimidad del fútbol”, “Y el fútbol, ¿dónde está?” y
“Hagan juego”.
En cuanto a María Cappa, ha ejercido el periodismo en
medios como La Marea y el diario.es;
también ha sido profesora de Investigación Artística en Dramaturgia en
la Universidad Internacional de La Rioja. La selección de citas que
incluye el libro revela el tipo de fútbol que reivindican los autores; a
veces se apoyan en el testimonio de escritores e intelectuales: “Creo
que el fútbol era hace setenta años más espontáneo y menos táctico, con
la consecuencia de que se metían muchos más goles” (Miguel Delibes); “La
clásica noción de juego sigue existiendo, pero sólo como condición
subsidiaria; ahora la prioridad es desembozadamente mercantil.
El
jugador ha pasado a ser una pieza de consumo y de especulación” (Mario
Benedetti); en otras ocasiones recurren a los profesionales: “¿Fútbol
como diversión? Sería lindo recordarlo más veces, pero hay tanto dinero,
tanto negocio que perturba” (Diego Forlán); “Yo no me voy del todo
conforme si no disfruté de un partido” (Fernando Redondo).
El
libro de la colección A Fondo, coordinada por el periodista Pascual
Serrano, aporta información prolija y una perspectiva global de un
deporte que, aun en su estadio actual, el excapitán del Fútbol Club
Barcelona, Xavi Hernández, asimila a “una pelota y unos amigos”. O que
el señero exfutbolista del Real Madrid, Alfredo di Stéfano, capturaba en
su esencia: “Para hablar de fútbol puedes poner los números que
quieras: 4-2-4, 4-4-2, 5-3-2… Pero para jugar bien los números no sirven
para nada”.
Sin embargo, la pelota circula hoy por otros vericuetos.
Una decena de clubes de la primera y segunda división españolas
ingresaron más de 1.000 millones de euros en cinco años –entre 2002 y
2007- por las reclasificaciones urbanísticas. Una consultora financiera,
KPMG, señaló en un informe que el fútbol español, en su vertiente
profesional, generó más de 7.600 millones de euros (0,75% del PIB) de
manera directa e indirecta en la temporada 2012-2013.
Los autores
mencionan las “multinacionales deportivas”. El Manchester United fue uno
de los clubes que marcó la senda. Pero tampoco el entramado se
sostendría sin el rol desempeñado por el periodismo deportivo, con un
discurso en muchas ocasiones “banal” e “idiotizante”. Muestra de ello
fueron los debates durante meses sobre el estado de melancolía de
Cristiano Ronaldo.
Karl Marx afirmaba que la religión era el
opio del pueblo. Ángel Cappa y María Cappa subrayan las palabras de dos
de las estrellas de la radio deportiva, José Ramón de la Morena y Manolo
Lama, narrador este último en la Cadena Cope de los partidos del Real
Madrid, quien explica: “Con todo lo que está pasando, con el paro, los
dramas, la corrupción… Si la gente no está quemando las calles, es por
el deporte”.
El libro extiende la mirada al ámbito “macro”, por ejemplo,
a los tejemanejes y tramas mafiosas urdidas por la FIFA (“representa
mejor que ninguna otra institución la esencia del neoliberalismo”), a
las que dedica cerca de 70 páginas muy documentadas; también a las
dimensiones del deporte como actividad puramente crematística.
De hecho,
“ya forma parte de las industrias con mayor facturación del mundo,
junto con la alimentaria, la farmacéutica, la armamentística y el
narcotráfico, aunque ha sido la deportiva la que más ha aumentado en los
últimos años; en 2012 su ratio de negocio creció a mayor velocidad que
el del PIB mundial”.
En 2014, la previsión de ingresos de los Juegos
Olímpicos, el Mundial de Fútbol y la Super Bowl se elevó a 95.000
millones de euros (45.000 y 36.000 millones de euros en las dos
ediciones anteriores). A ello se agrega el imperio de las televisiones
que, afirman los autores del ensayo, “condicionan los reglamentos, la
organización y los horarios de los encuentros”.
El libro penetra
en todos los frentes. Los acuerdos de la Liga de Fútbol Profesional
(los explícitos y los ocultos) con Mediapro y Telefónica por los
derechos de retransmisión televisiva de los partidos; el desembargo de
grandes inversores en las entidades (multimillonarios rusos en el
Chelsea, el Arsenal o el Mónaco; jeques árabes en el París
Saint-Germain, el Manchester City o el Málaga; grandes fortunas de
Singapur en el Valencia, o capital chino en el Español y el Atlético de
Madrid); el monto global -3.400 millones de euros- que en el curso
2015-2016 el fútbol europeo dedicó a fichajes. No queda resquicio donde
no entre el dinero.
Al otro lado del “charco”, ejemplos como el de
México, que Ángel Cappa y María Cappa explican en 15 páginas, desbordan
cualquier límite (siete de los consorcios mexicanos más poderosos –entre
ellos el Grupo Televisa, Grupo Pachuca, TV Azteca y Cementos Cruz Azul-
se reparten hasta 15 entidades deportivas de primera división).
Y si
además, Pelé, “siempre amable con el poder, siempre moderado en sus
opiniones políticas, es la figura ideal para cualquier operación de
marketing”, ¿qué le queda al viejo aficionado, al niño que juega en las
villas más pobres del mundo, de este deporte de origen plebeyo
convertido en espectáculo, dinero, poder y disciplina?
“Devolverle el fútbol a la gente”, concluyen los autores, que dedican el
último capítulo –“Rebelión en la granja”- a las alternativas. En
Europa, se han difundido en los últimos años algunos manifiestos contra
el fútbol moderno, ése que paga 17 millones de euros anuales netos a
Cristiano Ronaldo y 22,5 millones al barcelonista Leo Messi (2.200 y
2.900 veces por encima del salario mínimo).
Entre las propuestas
destacan la rebaja del precio de las entradas, la posibilidad de ver los
partidos de pie, el respeto a las tradiciones de los clubes y la
expulsión de los ultras violentos. En el caso español, Ángel Cappa y
María Cappa han establecido una tipología de clubes modestos y
recuperados por la afición. El primero es el Unión Club Ceares, de
Gijón, que tras el fracaso en la gestión de un hostelero de la zona
retornó a las raíces, a ser un equipo de barrio.
Muchos de los
directivos provienen del activismo político. En verano organizan
actividades y fiestas, y se sienten muy a gusto jugando en tercera
división. Principios similares rigen la actividad del Club de
Accionariado Popular Ciudad de Murcia, refundado en 2010 tras dos
desapariciones. Para no depender de empresarios, cada socio invierte 500
euros en cinco años. Promueven acciones contra el racismo y han
constituido un equipo con personas discapacitadas.
Por último, el Xerez
Deportivo, que acumulaba deudas por valor de 30 millones de euros en
2013, se refundó antes de la quiebra y en sólo un año reunió a 5.000
socios. Esta sociedad deportiva sin ánimo de lucro es una de las que
participa en el encuentro de clubes con accionariado popular, que tiene
lugar una vez al año desde 2014.
“Se trata de recuperar lo que nos
quitaron –concluyen los autores-, los jugadores deberían sentir el
fútbol como amateurs que, por otra parte, es la manera más eficaz de ser
profesional”. (Enric Llopis , Rebelión, 06/01/17)
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